Capítulo 22

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El verano estaba cada vez más cerca y los días soleados en Tokio se iban tornando más y más agobiantes. Para colmo era época de exámenes y cierre de ciclo, por lo cual los estudiantes estaban tapados en estudios y trabajos. Una de esas calurosas tardes, todos habían acordado reunirse donde Kuroo y Bokuto para estudiar en grupo una vez más, pero los primeros en llegar al departamento fueron Bokuto y Akaashi.

—Bokuto-san —dijo Akaashi, sentado frente a la mesa con un libro en las manos.

—¿Mmh?

—Tienes que terminar tu trabajo de estadística.

—Mmh...

—Bokuto-san...

—¿Mmh?

—Hace calor —se quejó Akaashi mientras trataba de apartar la cabeza hacia un costado, para evitar que Bokuto continuara besándole el cuello.— Si sigues así no me quedo a dormir hoy.

—¡Agaaaasheeee! —lloriqueó Bokuto entonces; paró de besarlo pero apoyó la frente en el hombro del muchacho, abrazándolo desde atrás con fuerza.— Voy a morir, Akaashi.

—No, no lo harás.

—Sí, moriré, no puedo más...

—Nadie muere por falta de sexo, Bokuto-san —replicó en tono impasible.— Y una semana sin hacerlo ni siquiera se considera falta de sexo.

—¡Es una eternidad! —se lamentó.— ¡Pasé diecinueve años privado de ti, no puedo seguir esperando!

Akaashi frunció los labios para no echarse a reír y mantener el gesto serio.

—Recién me conociste a los dieciséis, Bokuto-san —le recordó—, solo llevamos tres años de conocernos.

—No importa, estaba privado de ti desde antes —insistió Bokuto muy seriamente.— Solo que no lo sabía.

Akaashi sacudió la cabeza y continuó leyendo mientras Bokuto seguía sentado detrás suyo, abrazándolo pero sin moverse. En verdad era una tarde calurosa, y el simple ventilador de techo no hacía mucho para aliviar el ambiente. Bokuto esperó unos cuantos minutos y entonces volvió a inclinarse para besarle la nuca, al tiempo que deslizaba un mano por debajo de la sudadera de Keiji, acariciándole el estómago y de ahí bajando por su piel...

—Bokuto-san —jadeó Akaashi cuando la mano de su compañero se infiltró dentro de su pantalón.— En serio, los demás llegarán en cualquier momento...

Sin embargo, Bokuto no lo escuchaba en lo más mínimo, y le capturó la boca en un beso hambriento para acallarlo, mientras lo forzaba a recostarse en el frío suelo. El calor del aire se mezclaba con el de sus alientos entrelazados; el ruido constante del ventilador era lo único que cubría el sonido de sus respiraciones agitadas y su ropa rozándose. Bokuto le había tomado una pierna a Akaashi para que le rodeara la cintura, al tiempo que frotaba su pelvis contra la suya.

Estaban tan inmersos uno en el otro, que casi no escucharon a los demás llegando. Por suerte los quejas indignadas de Oikawa se oían de lejos, y Akaashi se apartó rápidamente, mientras se abrochaba bien el pantalón de nuevo y se sentaba correctamente con el libro en las manos una vez más. Salvo por lo arrebolado de sus mejillas, que bien podía atribuirse al calor, nada más daba indicios de que lo habían estado haciendo. Bokuto, por su parte, rodó por el suelo gimiendo y quedó tendido boca abajo, inerte.

—¡... digo que me odia! —renegaba Tooru entrando al departamento.

—Es un buen guía —opinó Ushijima.

—¡Para ti todo el mundo es bueno, maldita Vaca Santificada! —replicó Oikawa, ofuscado.— ¡Incluso serías amigo de Hitler!

—Ah, ya estaban aquí, chicos —observó Kuroo cuando entraron al comedor.— ¿Bro?

El Club de los 5 - Haikyuu!!Where stories live. Discover now