Capítulo 41

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La campanilla de la tienda sonó al abrirse la puerta; el joven vendedor sentado detrás del mostrador apartó la vista de su celular un momento para saludar al nuevo cliente, y luego volvió la atención a lo suyo. Era una tarde muy tranquila, aburrida, y demasiado calurosa, por lo que casi toda la gente que había pasado por la tienda se había llevado solamente helados o bebidas frescas.

Iwaizumi, en cambio, deambuló por los pasillos buscando varios productos. Oikawa y él no estarían muchos días en Tokio, pero necesitaban algunas provisiones para sobrevivir hasta viajar de regreso a Miyagi. Mientras tomaba algunos envases de ramen instantáneo y cosas por el estilo, Hajime iba pensando que bien podría haber esperado al día siguiente para hacer las compras en un lugar más grande y así poder conseguir cosas más saludables. Sin embargo, salir del departamento de Kuroo y Bokuto aquella tarde se le había antojado casi urgente. No solo porque el reencuentro de aquellos cinco desquiciados (con la excepción de Daichi, quizá), era demasiado para sobrevivir muchas horas junto a ellos sin perpetrar un homicidio grupal; si no porque también había querido darle su espacio a Tooru para que pudiese compartir con sus amigos, solos ellos cinco como siempre. Iwaizumi se llevaba bien con todos pero sabía que habían cosas que necesitaban charlar en grupo, probablemente ridiculeces muy ridículas, valga la redundancia, pero cosas de amigos al fin. Ya luego tendría toda la noche por delante a solas con Oikawa, y el resto del verano juntos en Miyagi. Podía esperar unas horas más..., por mucho que lo tentaran las ganas de acapararlo durante mil días con sus noches. Siguió recorriendo las estanterías de productos instantáneos y de pronto se topó con unos envases de comida extranjera; una colorida bolsita estaba rotulada como "Tortillas para tacos mexicanos", y las ansias de acaparar se multiplicaron por doscientos.

A unas cuadras de allí, en el departamento de los chicos, Daichi escondía una sonrisa mientras la escena ante sus ojos volvía a ser tan absurda como en los viejos tiempos. Bokuto estaba tendido boca abajo en el suelo, con los brazos y las piernas extendidos; Oikawa se hallaba sentado sobre su espalda con las piernas cruzadas y pose altanera, mientras Ushijima le sostenía las muñecas a Kotaro, en tanto Kuroo le sujetaba las piernas.

—¿Cuál es tu defensa? —Preguntó Tooru en tono altivo, mirándose las uñas.

—Por favor... —Gimoteó Bokuto—. Fue sin querer...

—¿Sin querer? —Repitió Oikawa—. Sin querer puedes derramar una bebida sobre alguien; sin querer se te puede morir tu hijo insecto; sin querer puedes terminar siendo amigo del tipo más denso que conociste en la vida...

—Oikawa... —intervino Daichi, haciendo un gesto de reproche.

—Ah, sí —carraspeó, retomando el hilo—. Pero, definitivamente, ocultar cosas a tus amigos no se hace sin querer.

—¡Perdón, en serio!

—Aceptamos tu disculpa, pero todavía mereces un castigo.

—¡Por favor!

—Lo siento, tú solo te buscaste esto —Oikawa chasqueó los dedos—. Kuro, hazlo.

Se escuchó un contundente sonido cuando Kuroo tiró de un grueso rollo de cinta adhesiva, hasta cortar una parte; luego pegó el trozo de cinta cortada sobre la piel descubierta de la pierna de Bokuto.

—Respira hondo, Bubu-chan.

—No, no, no... ¡NOOO!

Y Kuroo retiró la cinta de su piel con fuerza, arrancándole los pelos de la zona. Bokuto chilló y se retorció, sin embargo entre los tres lo tenían firmemente sujeto y no pudo escapar.

El Club de los 5 - Haikyuu!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora