Capítulo 26

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Aquella noche después de su pseudo pelea con Daichi, Suga no pudo dormir. Se encargó de las tareas que tenía pendientes, cuidó de su abuela hasta que la anciana se durmió apaciblemente, y entonces se echó a su propia cama a leer, tratando de cansar su vista para conciliar el sueño. Pero no tuvo suerte. Claramente no dejaba de pensar en su pequeño altercado con Daichi, pero más aún, lo que no paraba de dar vueltas en su cabeza eran las palabras de la señora Sawamura. Esas palabras que le había dicho poco más de un mes atrás.

Hacía un mes Koushi solía toparse seguido con la mamá de Daichi cuando iba hacer compras al mini mercado cercano, ese mismo donde estaba trabajando Yui Michimiya. Como su madre no tenía tiempo de ir hacer compras al centro comercial, y él tenía el horario universitario cada vez más cargado, aquel lugar le quedaba cómodo para conseguir las cosas necesarias de cada día. Normalmente antes de irse de la tienda siempre charlaba un ratito con Michimiya, con quien usualmente coincidía aquí y allá en la universidad, y en una de esas oportunidades se les unió la señora Sawamura a la charla. Esa secuencia se repitió en varias oportunidades, y Koushi incluso terminó acompañando a la señora en el camino de regreso, pues las casas de ambas familias no estaban lejos. En ese corto trayecto la madre de Daichi no perdía oportunidad de sacar a relucir lo linda pareja que harían su hijo y Michimiya juntos. Suga solo sonreía en respuesta y no opinaba nada, aunque tampoco es que pudiese responder mucho, pues la mujer prácticamente hacía monólogos. Salvo por la ligera incomodidad personal de escuchar cómo a tu novio querían emparejarlo con alguien más, y dicho por la boca de su propia madre, Suga no le daba mayor importancia a esos episodios, porque en cierta manera entendía a la mujer. Sin embargo, jamás previó el viraje que tomaría la charla la última tarde en que caminó junto a la señora Sawamura, ayudándola a cargar unas bolsas pesadas hasta su casa.

—Muchas gracias, Sugawara-kun, eres un chico muy amable —le agradeció la mujer al llegar a la puerta de su casa.

—No hay por qué —sonrió el muchacho, depositando las bolsas de las compras en el suelo.— Hasta luego, señora Sawamura.

—Espera un momento, por favor, Sugawara-kun.

Koushi detuvo su retirada y observó a la mujer.

—¿La puedo ayudar en algo más?

Ella meneó la cabeza con gesto ambiguo y hubo una extraña pausa antes de que volviera a hablar.

—Sugawara-kun, ¿podrías... dejar de ver a mi hijo?

Koushi sintió que el estómago se le cerraba en un puño, pero mantuvo el gesto tranquilo.

—Desde que está en Tokio casi no nos vemos —repuso con todo el aplomo que pudo. No era posible que supiera la verdad... ¿O sí?

—Sabes a lo que me refiero —insistió la mujer en tono bajo, y sus miradas se cruzaron fijamente con expresión de mutuo y tácito entendimiento.

—Yo, señora... —su voz vaciló un instante.

—No me malinterpretes, Sugawara-kun, sé que eres un gran chico, no es nada personal contra ti —continuó diciendo ella.— Pero, por favor, no lleves a Daichi por el camino que has elegido tú —lo contempló con gesto angustiado.— Ese es tú camino, no el suyo... Te lo pido por favor.

La cabeza del jovencito era un lío de dudas y su pecho un enorme conflicto de emociones.

—Lo siento... —fue todo lo que atinó a decir.

—Si de verdad lo sientes —dijo la mujer—, déjalo ir. Deja a mi Daichi, por favor.

—Lo siento —repitió Suga—, lo siento... No puedo hacer eso —tragó con fuerza.— No puedo cumplir lo que me pide.

El Club de los 5 - Haikyuu!!Where stories live. Discover now