9

14.3K 1.4K 88
                                    

-Sí que es raro. Esa enfermedad es algo extraña.

-Dímelo a mí.

-¿Y qué hiciste?

-Lo único que me quedaba por hacer para ser feliz. Encontrar a ese hombre. Encontrar a mi Señor Conejo.

El oficial soltó una risa.

-¿Señor Conejo?, ¿por qué lo llamaste así, Anne?

-Bueno, mientras me hacía  daño,  noté un tatuaje en su brazo derecho. Un tatuaje de un conejo.

BésameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora