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-Casi le perdonó la vida a mi víctima veintidos, casi...

Lo seguí por el centro, ya que compró en la florería de Señor Conejo y se me hizo guapo. Luego salió de ahí directo a un edificio departamental a dos cuadras, donde una muchacha bonita lo recibió fuera, y él le entregó las flores.

La escena me enterneció, y aunque tenía ganas de asesinarlo, empecé a retroceder para marcharme.
Entonces su celular sonó, lo miró y se puso todo pálido.

"Ya vuelvo" le dijo a su novia.

Se metió en uno de los callejones y yo lo seguí para escuchar su conversación al teléfono.

"Cariño, estoy en el trabajo... Sí, sí... Ya lo sé, cariño... Yo paso por la niña... Sí... Yo igual... Besos".

Le clavé un puñal en el cráneo apenas colgó.

Dibujé al conejo en el estómago, y cuando estuve por irme, olvidé despejar el área y dejé un testigo: la novia.

Debí haberla matado también.

-Cierto, porque te tomó una fotografía.

-Así es. Mi tiempo se acababa.

BésameWhere stories live. Discover now