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-Para mis padres, mi don era una maldición.

-¿Tenías un don?, ¿cuál don?

-El don de la seducción.

-Tonterías. No existe tal cosa.

-¿Ah no?, ¿y cómo es que tantos hombres cayeron rendidos a mis pies?, ¿cómo logré todo lo que quería?

-simple, porque estabas demente.

-No. Era un don de nacimiento que me fue otorgado por Dios, el poder de tener al mundo a mis pies.

-Estás equivocada.

BésameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora