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Llegado el momento, me cansé de vivir así. Mi pasado me tenía acorralada. Alexander merecía saber de quién se había enamorado.
Me senté un día a su lado en el sofá, me abrazó y me dió un beso.
Cada caricia se sentía como punzada al corazón.

-Alexander.- susurré.
-Dime, mi amor.
-Tenemos que hablar.
-¿Qué pasa?, ¿vas a dejarme?- bromeó él.
-No voy a dejarte jamás. Escucha. Es sobre mi pasado.

En ese momento, Alexander comenzó a prestar suma atención. Nunca mencionaba nada de mi pasado, y eso había atraído su mirada.

-Alexander... Los asesinatos de los últimos años. Lo de los dibujos de conejos.
-¿Qué pasa con eso?
-Fui yo, Alexander. Yo cometí esos crímenes.
-No puedes estar hablando en serio, ¿qué broma es esta?
-Ninguna broma... Fui yo...

Alexander se levantó bruscamente de mi lado. Se empezó a alejar, con las manos en la boca, como si estuviera en shock. Cada paso que daba hacia atrás me rompía el alma.

-Alexander, escucha. Te amo de verdad. Me salvaste de esa vida. Me alejaste de todo eso.

-Eres una asesina en serie...

-Alexander, no me tengas miedo... No te haré daño, nunca lo haría. Te amo con toda mi alma, mi amor. Te amo muchísimo. Siempre lo haré.

-Yo... Tengo que pensar.

Alexander tomó su abrigo y salió de la casa.
Me eché a llorar en el suelo, desconsolada y destrozada. Estaba cien por ciento segura de que Alexander jamás regresaría.

-¿Y regresó?

-No. Jamás regresó.

BésameWhere stories live. Discover now