35. Demonios

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Antes de ir a dormir, recibí un mensaje de Shin Higaku: "Tengo que hablar contigo. Nos vemos por la mañana en el club, antes de que empiecen las clases."

¿Qué quería?

Llegó el miércoles por la mañana y le hice caso. Me desperté más pronto de lo habitual (lo cual no me hizo nada de gracia porque POR FIN estaba teniendo un bonito sueño con Senpai), y salí al instituto.

Una vez llegué, me cambié los zapatos a los blancos de estar dentro del edificio, y fui al Club de Ocultismo. En efecto allí estaba él, el segundo del Club y mano derecha de Oka, Shin. Las malas lenguas decían que estaba enamorado de Oka Ruto... aunque las peores decían que sentía algo por Budo Masuta.

- ¿Shin-kun? - dije.

- Hola, Ayano-chan. Gracias por haber venido.

Parecía algo inquieto.

- ¿Por qué has querido verme a estas horas?

Shin miró la calavera con la daga clavada en la frente. Se supone que no se podía sacar.

- Estamos en tiempos muy difíciles, Ayano-chan. Ya hay demasiados estudiantes muertos y no sabemos qué hacer. Dako-kun está casi seguro de que va a haber más muertes y... Oka-sama puede que tenga un fallo gravísimo en sus intentos de invocar al súcubo.

- Soy consciente.

- Por eso quiero que entiendas que cualquier cosa que nos llame la atención, debe ser revisada por el Club, y en este caso, ha sido Supana.

- ¿Supana-chan? - La chica de coletas con calaveras a la que intimidé ayer.

- Ayer me llamó por la tarde casi a la noche toda aterrada. Decía que  tú estabas involucrada en los asesinatos.

"!!!! ¡Esa maldita! ¡Ha abierto la boca cuando dijo que no lo haría!"

- ¿Qué? - dije.

- ... Lo siento, Ayano-chan. Hay algo extraño que no logro ver. Tendré que decírselo a Oka-sama para que opine.

- ¡¡No puedes decírselo a Oka-chan!!

- ¿Y por qué no?

"Si lo hace... perderé la oportunidad de quitarla del medio de Senpai... o lo peor, que la policía me pille".

- ¡No lo harás! - exclamé con cierto tono psicópata... ya estaba despertando otra vez... Mi lado yandere.

- Tú... AAAHHHH!

Sin siquiera pensármelo dos veces, arranqué la daga de su sitio. Era vieja y tenía un extraño filo con picos. La alcé, cogí a Shin del hombro, y le ataqué. Recuerdo la cara con la que me miraba antes de morir: ojos estupefactos al principio pero luego mirando hacia arriba como rezando para sí algo que lo más seguro no era cristiano. Cuando su vida acabó, le tiré al suelo.

Me quedé mirando la daga ¿Cuando decían que no se podía sacar era porque realmente no se podía porque de alguna forma estaba sellada a la calavera o era una simple norma para atemorizar? De cualquier forma, dispuesta a salir corriendo a los vestuarios, dejé la daga en su sitio... y algo extraño sucedió.

Un humo morado comenzó a salir de la calavera, este me envolvió y todo se volvió oscuro.

¿Dónde estaba? ¿Estaba muerta? Todo estaba en una oscuridad absoluta, pero pude distinguir tres figuras muy extrañas. Un hombre en llamas flotando, una figura deformada con una gran boca, y... la súcubo, la de mis sueños y la que quiera someter Oka Ruto.

Me acerqué a ella.

- Ara ara~ Qué cosa más mona♥ ¿Quieres jugar conmigo o... a caso quieres ser una de los nuestros? Fufufu~ Creo que es demasiado pronto para ti, pequeña~ Las mejores cosas vienen para aquellos que esperan... solo sé paciente. Espero el día en que podamos jugar juntas♥

En cierto modo sí me recordaba a Sakyu Basu, pero con un aspecto más... bueno, de súcubo. Miré a los otros demonios. Me acerqué al deformado... Era blanco, estaba totalmente desnudo, no tenía genitales, tampoco tenía antebrazos, estaba torcido como con chepa, no tenía nada de pelo en su cabeza, su boca era tan enorme que llegaba hasta el pecho, y no tenía ojos.

- ... Era inocente... no un criminal... declarado culpable... llevado al castigo... Me quitaron los brazos... mi cuerpo fue maltratado... Necesito justicia... necesito venganza... Los descendientes deben sentir... lo que yo sentí...

Me quedé mirándole sin comprender. Aquello no era normal. Debía de haberme dado un buen golpe en la cabeza o algo. Ahora tocó acercarse al chico de llamas que flotaba. Su cabeza eran puras llamas y extendía sus brazos llevando una llama en cada mano. Vestía con un antiguo uniforme del instituto.

- ¿Estás interesada en mí? Qué lástima. Yo no estoy interesado en ti. Eres aburrida. No eres digna de mi tiempo.

Apreté el puño ¿Quién se ha creído que era ese tío? Miré a los tres y pensé... que me recordaban a la historia de otros tres que conocía... La hermana pequeña súcubo, y sus dos hermanos que pelearon por ella: el hermano mediano que murió desmembrado y el hermano mayor que murió en un incendio. Allí estaban, sus almas estaban allí reunidas esperando a que hiciese algo. Esperando a ser invocados... o a que alguien se uniese a ellos.

Entonces ese humo morado volvió a aparecer ante mis ojos y me envolvió. En un par de segundos había vuelto al Club de Ocultismo con la daga metida en la frente de la calavera. Aún en shock, giré mi cabeza y vi el cuerpo de Shin. Me acordé de por dónde estábamos, aunque ahora tenía otros planes.

- Tengo que irme de aquí enseguida.

Salí del Club y por suerte nadie me vio. Sin embargo, pronto llegaron los estudiantes incluidos los integrantes del club. Vieron el cuerpo de Shin en el suelo. Supana temblaba y Oka sentenció:

- Se acabó. Mañana invocaremos a la súcubo sí o sí. Vengaremos su muerte.

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