38. Se me va de los BRAZOS

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Era jueves por la tarde. A simple vista no parecía haber nadie en el instituto debido a que suspendieron las clases hasta el lunes debido al asesinato de Shin Higaku. A pesar de las apariencias, yo sabía que había policías, profesores y que los miembros del Club de Ocultismo estaban haciendo los preparativos para invocar al demonio. Para evitar que Oka Ruto disponga de la ayuda del súcubo, necesitaba una herramienta fundamental, que estaba en el Club de Jardinería.

Corrí por los jardines del instituto. Detrás de unos setos perfectamente recortados con formas de arco y otros con forma de esfera, todos con hermosas flores de colores, había una caseta junto al invernadero y a la parcela de tierra levantada que podría ser un huerto... o un posible cementerio :D

Entré en la caseta. Había montones de herramientas para el jardín: palas, rastrillos, abono, fertilizantes, hojas decorativas, cortacésped, tijeras... y MI AMIGA LA SIERRA.

La cogí, le di a un botón y comenzó a funcionar sin problemas. Reí orgullosa de lo que tenía entre mis manos y corrí hacia el edificio asegurándome de que nadie me veía con eso. 

Unos policías pasaron por el primer pasillo al que accedí. Giré a escondidas y logré evitarlos. Corrí hasta llegar al Club de Ocultismo. Acerqué el oído a la puerta cerrada y escuché las primeras palabras del ritual ¡Habían empezado antes de lo previsto! Entré y cerré la puerta rápidamente. 

- ¡¿Es el súcubo?! - exclamó Chojo Tekina.

Al tener todas las luces apagadas y teniendo solo encendidas un par de velas, me pareció normal que tardasen en reconocerme. Oka, quien era la que estaba de pie, fue la primera en reconocerme.

- ¿Ayano-chan? ... ¿Qué haces aquí?

Yo tenía las manos a la espalda escondiendo la sierra mecánica. Chojo puso cara de decepción al ver que sus ilusiones de haber invocado al súcubo se habían esfumado. Supana Churu me miró aterrorizada.

- Es ella... ha venido... ¡ella ha venido!

Ensombrecí la cara y la miré. Saqué la sierra.

- Tú serás la primera.

Después de eso todo fue un caos. Corrí hacia ella, encendí mi sierra y la partí en dos. Literal. Chupana murió y todos gritaron y se pusieron a temblar como flanes. Algunos pretendieron escaparse para pedir ayuda pero logré matarlos con la sierra, otros se quedaron en el sitio temblando de miedo. Con estos últimos fue fácil acabar con sus vidas.

La última que me quedaba era Oka Ruto. Dio varios pasos hacia atrás hasta llegar a la esquina, asustada sin poder creer lo que estaba viendo.

Tiré la sierra. Me acerqué al altar y saqué el cuchillo de la calavera.

  - No puede ser... Tú...  

Alcé la daga contra ella.

- Esto es por Senpai.

Ella, arrinconada, se dejó acuchillar. No pestañeó, no gritó, no se defendió. Su vida, simplemente acabó.

Solté la daga. Esta vez no la dejé en su sitio. Ahora eso era mi ritual.

Arrastré todos los cuerpos al círculo. Cogí la sierra y los empecé a desmembrar. Los miembros del Club de Ocultismo se convirtieron en una montaña de cabezas, brazos, torsos, piernas, sangre... jiji~ Justo cuando acabé, sentí una presencia que oscureció aún más aquel horripilante ambiente.

- Venganza... por fin... - escuché con una voz que me recordó... a la del demonio deformado. Fue una voz que escuché dentro de mí, una voz que me llenaba y a la cual entendía cómo se sentía: su rabia, su ira, su sed de venganza.

Alcé las manos y alrededor del círculo comenzaron a  salir brazos huesudos de piel blanca y uñas largas y sangrientas. Una vez esos brazos me rodearon, yo comencé a levitar con los ojos en blanco.

- ¿Qué está... pasando? - murmuré.

Después de eso, sentí que mi conciencia estaba casi en segundo plano. Salí del club y me paseé por el edificio.

- ¿Qué es eso de ahí? - dijeron los policías que montaban guardia en el primero piso.

"¡Oh no! ¡Me van a llevar a la cárcel!" pensé. Pero fue nada más rozarles con los brazos e inmediatamente acabar descuartizados tras un horrible grito de desesperación.

"¿Que he hecho...? ¿Qué estoy haciendo...?"

Mi mente se descontroló cuando el demonio quiso poseerme por completo. Desde ese momento todos son recuerdos borrosos y confusos. Sé que maté a policías y a varias profesoras de la misma manera: desmembrándolos con solo rozarles con mis terroríficos brazos demoníacos. También maté a la enfermera que trataba de salvar a algunas personas. Y creo recordar que maté a algún estudiante que curioseaba por ahí. De todas formas no me preguntes mucho más... porque no recuerdo nada más. Solo sé que todo acabó por convertirse en matanza y en pura oscuridad.


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