Prólogo

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Basil salió de la ducha sintiéndose mucho mejor, afuera había una tormenta espantosa y él había llegado completamente mojado a su casa. Ese año había cumplido veintiuno, ahora era mayor de edad en casi todo el mundo, se sentía relajado y tranquilo en su hogar a pesar de que afuera azotaba la tempestad, la vida era buena con él, lo único que lamentaba es que con el trabajo llegando de todos lados tenía muy poco tiempo para sí mismo.

Hacía ya un par de meses que no se veía con sus amigos, de pronto se sintió algo nostálgico y se levantó viendo la foto en un marco sobre la encimera. La última vez que habían estado los cuatro juntos había sido en la fiesta de exalumnos de secundaria hacia un año, como sea aquella reunión no era algo que le gustara recordar.

Apartando la fotografía, dejándola en su sitio nuevamente negó y observó su pequeño departamento, ahora el cielo parecía sonreírle, tenía un lugar acogedor, el trabajo comenzaba a surgir, presentarse frente a él sin necesidad de que tuviese que buscarlo y no tenía ningún problema. Le gustaba compararse con su yo de la secundaria pues había sido la etapa en que más hundido había estado, sin apoyo familiar ni financiero, no podía creer cómo es que se las había arreglado para pasar el día a día. Viendo hacia atrás no podía sentirse nada menos que afortunado.

Lo que Basil no sabía era que una pequeña complicación tocaría aquella misma noche a su puerta, apenas un par de minutos más tarde, cuando el sonido en la puerta le llamó la atención, revisó por la mirilla y se sorprendió al ver a su antigua amiga ahí, por lo que se apresuró a abrir.

-Anna ¿Qué haces aquí?- sorprendido al ver a la rubia chica empapada en su puerta, frente a él.

-¿Eso es todo lo que tienes que decirme? ¿No vas a invitarme a pasar? Tengo un bebé al que le puede dar una pulmonía- Le habló con el ceño fruncido mientras Basil se hacía a un lado dejándola entrar, Anna lo hizo descubriendo al niño, increíblemente estaba seco y dormido, ella lo había protegido con su impermeable.

-Anna, no quiero sonar grosero pero te pregunto de nuevo ¿qué haces aquí?- Anna se giró a verle mientras se quitaba la chaqueta mojada.

-¿Por qué no me das algo de ropa, algo caliente y después hablamos, guapo?- Basil suspiró y fue hasta su habitación regresando con una playera y unos pantalones amplios pues las caderas de Anna eran por mucho más anchas que las suyas.

-Toma... ahora dime ¿qué haces aquí?- Anna comenzó a vestirse, sólo se había dejado la ropa interior y Basil la vio sin sentirse atraído como antaño. Anna incluso desde adolescente había sido una belleza impresionante y en más de una ocasión se había quedado embelesado viéndola solo por apreciar su belleza, pero ahora cuando la veía solo podía luchar contra la sombra de dolor que envolvía su corazón.

-¿Y mi café caliente?- Basil suspiró de nuevo, sabía que no servía de nada protestar, así que caminó hasta la cocina haciéndole una seña para que lo siguiera - Ven, te haré uno- Dijo para cumplir con su palabra.

Por élحيث تعيش القصص. اكتشف الآن