Capítulo 12: Rompiendo las reglas

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Tomé de entre la canasta una de las pastillas de los frascos y me las pasé sin agua. Después tomé un sándwich y lo volví a dejar donde mismo. A lo lejos Amanda estiró su mano para saludar y respondí de la misma manera. Hacía frío. El aire me irritaba la piel y me hería.

Mi corazón sintió un dolor punzante y me dolió cada centímetro del pecho. Hojeé las páginas y cerré el libro con fuerza. Me pregunté si el dolor era físico o emocional, pero no supe reconocer la respuesta, ya que dolía en ambas formas. Respiré profundo y me concentré en hacerlo bien. Cerré los ojos por unos segundos y tuve la sensación de quedarme dormido, de viajar entre épocas y perder lo poco que tenía. Pero al abrirlos, seguía allí: viejo y sin fuerza.

Pasé ese fin de semana bajo las sábanas, tratando de encontrar una respuesta

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Pasé ese fin de semana bajo las sábanas, tratando de encontrar una respuesta. Quería salir, hablar con él y decirle que no podía con su presencia. Pero algo dentro de mí no me lo permitía. Tal vez quería tenerlo cerca, porque en aquellos últimos dos meses mi cuerpo no se sintió tan vivo sino hasta volver a verlo.

—Y si ese chico te gusta, ¿por qué no sales con él? En algún momento debe regresar a su hogar —dijo Dina del otro lado de la mesa—. A menos que no te guste tanto.

Me había sentado con ella y le había pedido escucharme sin interrumpirme, porque sabía que odiaría que el chico del verano hubiera regresado.

—No es eso —mencioné encontrando las palabras adecuadas para que ella pudiera comprenderme—. Es que rompería tantas reglas.

Puso las palmas sobre la mesa y me miró fijamente. Tenía claro que Dina creía que las reglas del destino eran un invento mío para evadir mi realidad, pero ella no estaba lista para descubrir su verdadero significado. Respiró profundamente y se mojó los labios.

—Dime, ¿qué reglas romperías al salir con ese niño?

—La regla número dieciocho: sé tu propia felicidad; no quiero que mi bienestar dependa de él, y siento que desde que lo conocí me estoy fragmentando —expliqué con cuidado—. Regla número catorce: cumple tus promesas; me prometí que no le haría esto a nadie —continué—. Regla número nueve: realiza tus metas...

—Corazón, no creo que tratar de ser feliz signifique romper tus reglas. Puedes salir con él el tiempo que tenga que durar: quizás sean solo unos meses o incluso unos años, y eso no tiene por qué ser malo. Tal vez ese chico solo quiera divertirse el resto del año antes de volver a la escuela, no lo sé. Pero ¿qué es lo que quieres tú?

—No quiero hacerle esto. Me duele pensar en herirlo.

Tomó mi mano y me regaló una mirada que me dio paz: me miró como mamá. Me explicó tantas cosas sobre el amor y el tiempo que mi cerebro se rehusó a escuchar, porque ella no entendía lo que significaba vivir en mi cuerpo. Y después de un rato, cuando creyó haberme convencido, se levantó, me dio un beso en la frente y preparó chocolate caliente para las dos.

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⏰ Última actualización: Jan 11, 2023 ⏰

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Las reglas del destino (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora