IV. Su día de suerte

3.5K 277 21
                                    

______ forzó tanto su tobillo que tuvo que pasar una semana para que la hinchazón disminuyera y el dolor desapareciera. Resopló de alegría al ver que podía moverlo y lo golpeó suavemente para cerciorarse de ello, antes de ponerse los tacones. ¡No dolía! ¡Sí! Por fin Taylor le dejaría salir del apartamento. Su sobre protectora amiga le había prohibido salir a no ser que fuera totalmente necesario- incluso a veces llegando a vigilar la puerta, como un guardián- y como ______ nunca se llevaba el trabajo a casa, aquello fue como una especie de vacaciones.

Quien quiera que fuera el primer cliente de la noche, sería afortunado de encontrársela de buen humor. Optó por una falda corta y una camisa muy escotada, ofreciendo una hermosa vista a quien solicitara sus servicios, junto con unas botas por la rodilla, que podía desabrocharse y quitarse fácilmente para jugar. Además, tal vez el cliente prefiriera dejárselas puestas, por puro fetichismo.

Taylor suspiró, cruzada de brazos, apoyada en el marco de la puerta de la habitación de ______, observando cómo se extendía el gloss sobre sus labios.

— Tus clientes tienen que estar muy contentos contigo. Nunca les pides que hagan nada por ti más que para lo que te pagan.

______ soltó una carcajada.

— No lo digas así. Además, eso no es malo— la joven apretó los labios y gesticuló besos, ante su reflejo —Los hombres de fiar no existen. Todos son escoria. Todos.

— Si alguna vez decides cambiarte de acera...

— Me recibirás con los brazos abiertos— giró los ojos —Por cierto, ¿no tenías una cita con tu novia, esta noche?

— ¡Es cierto! Voy a llegar tarde— Taylor echó a correr y abrazó a ______ —No bebas. Vuelve antes de que amanezca. Si no lo haces, llamaré a la policía— le advirtió —No estoy bromeando. Esas horas son peligrosas.

— ¿Con quién crees que estás hablando?— ella le guiñó el ojo —Si ocurre algo, te llamaré.

La princesa se marchó una hora después, con una finísima chaqueta cubriéndole su destapado pecho y sintiendo la pulsera dentro de sus botas. Después de haberla perdido, ______ decidió comprobar que estuviera ahí cada, al menos, dos horas. Sus dedos rozaron la cadena de oro y sonrió, satisfecha, antes de caminar por las calles.

Era día 1 de septiembre- pronto cumpliría los veintiún años- y el tiempo comenzaba a ajustarse al cambio estacional. Después de aquel último golpe de calor, el frío del otoño invadió poco a poco la ciudad. El clima era cálido durante el día, aunque caía ligeramente durante la noche. Pero a ______ no le preocupaba. Haría mucho ejercicio para evitar caer enferma.

Fue bastante decepcionante no encontrar nada de sexo. Allí donde fue, no había más que mujeres presumiendo en la televisión, o en revistas del corazón, acerca de lo satisfechas que estaban con su vida sexual. En su caso, ______ nunca había sentido ningún tipo de deseo por los hombres con los que había estado. La besaban, pero todo cuanto sentía era su saliva cubriéndole la cara o deslizándose por su garganta. La tocaban, pero su cuerpo no respondía. Era piel contra piel, nada más, nada diferente a tomarle la mano a alguien.

Tampoco pensaba demasiado en ello. Algunas mujeres estaban hundidas por su incapacidad para tener orgasmos, pero ______ lo veía como algo que ocurría a veces, en la vida; había quienes tenían todas las muelas del juicio, otros que nacían con una flexibilidad especial y otros que no conseguían tener orgasmos. Fin.

La excursión de aquella noche la llevó a la parte norte de la ciudad. No pudo evitar desear pararse en cada una de las tiendas de la zona, para intentar pasar desapercibida entre tanta gente. Aún así pudo encontrar clientes, pues sabían dónde tenían que buscarla si querían algo de acción.

| m u s e |  ♡ wonwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora