XXIV. Los juegos que nos gustan

2.9K 194 105
                                    

_______ se quedó mirando su reflejo en el espejo empañado del cuarto de baño, con un círculo perfecto y condensado enmarcando su rostro. Sus labios se separaron de sus dientes y los humedeció con el dedo índice, asegurándose de que estuvieran tan impecables como lo parecían, antes de darle un trago al enjuague bucal y extenderlo por toda la boca. Sus cejas estaban perfectas y, dado que ya había tenido el periodo, su piel se había recuperado de las pequeñas impurezas que había tenido. Sus párpados estaban cubiertos de una brillante sombra, que resaltaba el gris de sus ojos. Su pelo estaba totalmente liso y se había apartado el flequillo de la frente, que llevaba cubierta mucho tiempo. La joven se apartó ligeramente y escupió el enjuague en el lavabo, antes de abrir el grifo.

Se había preparado concienzudamente para el día que tenía por delante. ¿Por qué motivo? Oh, por ninguno en especial; sólo le apetecía arreglarse un poco... al menos, eso es lo que le diría a Wonwoo si preguntaba, cosa que haría. El pobre infeliz no tenía la más mínima idea de que, en cuanto pusiera sus ojos en ella, caería en su trampa.

_______ era la clase de persona a la que le gustaba jugar. Naturalmente, nunca antes había ido detrás de ningún hombre, pero no sería diferente a las actuaciones que llevaba a cabo para sus clientes. Ser coqueta, provocarlos sexualmente y dejarlos con la lengua fuera de sus bocas, mientras jadeaban por ella. Era todo cuestión de poder. Incluso cuando adoptaba el papel sumiso, seguía manteniendo el control. A partir de sus once años, ningún hombre había conseguido hacerle más de lo que ella le había permitido.

La pelirroja pensó convencida que aquel experimento sería igual. No dejaría que Wonwoo la pillase con la guardia baja, como el día anterior, cuando se puso un conjunto que se había comprado en Tiburón y él le había comentado lo "sorprendentemente bien que le quedaba".

— ¿Qué demonios quieres decir con eso?— le preguntó, mientras él anotaba unos acordes en la libreta que apoyaba sobre sus rodillas, mirándola como si aquella pregunta le hubiera insultado.

— Significa que la mayoría de las mujeres que llevan vestidos de verano y botas de cowboy -sobre todo a mediados del otoño- dan pena. Pero tú, señorita _______, no sé cómo, pero has conseguido darle clase a ese tipo de conjunto. Felicidades— su tono de voz condescendiente seguramente no buscase hacerla sentir bien, pero ella estaba tan cegada con el cumplido que apenas le importó. Le había dicho que estaba guapa... aunque de una manera un tanto rebuscada. Aún así, ella había vuelto a recordar su "situación" gracias a eso, decidiendo explorarla.

Y, así, la chica llegó a la conclusión de que había llegado la hora de tantear el terreno. Su curiosidad no podía esperar más. Quería saber qué tipo de comportamiento tendría el malhumorado de su compañero de piso y qué podría provocar él en ella. Quería satisfacer el ansia que dolorosamente había descubierto cuando la besó no una, sino dos veces. Y, cuando hiciera todo eso, se acostaría y trataría de eliminar de su cabeza que él fuese perfecto para ella o pensaría lo impensable y se haría adicta a él. Recién duchada e innegablemente seductora, la chica sonrió mientras se inclinó hacia el lavabo y apoyaba un dedo sobre el cristal empañado. Entonces, escribió algo con una letra nítida y curvada, echándose hacia atrás para leer la frase...

Objetivo: Wonwoo Jeon.

El pobre no sabía lo que se le venía encima.

— Señorita _______— llamó Wonwoo a la puerta —Normalmente no me quejo del tiempo que pasas en el baño, pero algunos tenemos que ir a trabajar hoy— dijo desde el pasillo. Los ojos grises de _______ se abrieron de la excitación. ¡Genial! Podría verla en todo su esplendor, antes de que su belleza se estropease por el correr del día. Tomó aire, puso cara de desinterés, se giró y abrió la puerta.

| m u s e |  ♡ wonwooWhere stories live. Discover now