X. Nada personal

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Una semana. Dos semanas. Sin saber cómo, Wonwoo contaba los días. Había sido raro desde el principio; la inquietante sonrisa, la forma de tocarse el pelo, que terminaba nada más empezar, como una tormenta de verano, quedándose con la mirada perdida y jugueteando con la pulsera que llevaba atada al tobillo. Y le molestaba e irritaba que no le prestara atención; él hacía los mismos chistes sobre ella, pero ella se limitaba a sonreír, destacar el descaro del insulto o no escucharlo.

De no haber sido Jeon Wonwoo, se habría enfrentado a ella. Le habría pedido que le contara lo que había ocurrido aquel día en que regresó con su nuevo par de zapatos, la noche en la que sonrío y se disculpó por haber tardado tanto, mientras se excusaba por querer acostarse tan temprano. La habría agarrado por los hombros, meneado hasta escuchar su cerebro y dicho que no era ella. Esa chica distante, silenciosa y, demonios, hasta educada, no era _______  _______.

Le gustaba pensar que la conocía mejor que nadie, aunque también le gustaba pensar lo que era mejor para todo el mundo. Pero con cada segundo, cada día que pasaba en ese tenso y asfixiante ambiente, él no podía evitar molestarse por los límites que habían establecido, en ese primer momento. Un muro que los separaba miles de kilómetros, hecho de algo concreto e impenetrable.

Y, de no haber sido quien era, de estar tan sumamente irritado por el hecho de que ella hubiera decidido ignorarlo de pronto, sin ningún tipo de aviso, habría destruido ese muro con sus propias manos. Habría luchado contra él hasta que ambos sangraran, hasta que sus huesos se rompieran, hasta que no tuviera más opción que dejarse llevar por él, hasta acabar destrozado y exhausto. Por suerte, era quien era y sus intentos por hacerla salir de estupor fueron superficiales y totalmente inútiles.

Porque, al final, no era de ella de quien estaba preocupado... concluyó él, sentándose en el banco del piano y fijándose en las teclas blancas y negras, mientras sus manos las acariciaban y nada más que el silencio invadía su mente.

— Voy a salir— le informó ella, sin apenas ánimo —Volveré tarde, ¿de acuerdo?

Wonwoo miró las teclas, mientras relajaba sus manos y la puerta se cerraba a su izquierda. Al final, todo era por él. Sus deseos, sus necesidades. Los asuntos que esa extraña, llamada _______  _______, tuviera... no eran asunto suyo.

Al menos, eso se repetía cada día y cada noche, desde hacía dos semanas.

...

_______ estuvo gustosamente ocupada. Con el comienzo del curso escolar, Annie dejó de supervisarla en el trabajo, lo que significaba que tendría que enfrentarse sola a aquello. Al ser una auténtica camarera, tuvo que ocuparse de todas las mesas sin desconcentrarse; identificaba cada plato con cada comensal casi al instante, encantaba a los clientes con su buen humor y llegaba a casa con un tremendo dolor de pies. Incluso Margaret estaba impresionada.

Por supuesto, tenía que agradecérselo a Katja. La francesa le había, literalmente, presentado a todos los inquilinos del edificio, así que había desarrollado muchísimo la memoria con tanto nombre. Estaba Choi Ren, que vivía al final del pasillo, en la sexta planta y que tenía un estudio de baile en su apartamento, a pesar de ir en contra de las normas; sin embargo, el dueño de Las Noches nunca estaba por ahí, para reñirle. Era muy pequeño, por lo que _______ se sorprendió al descubrir que tenía dos años más que ella y el título de entrenador personal cualificado. El joven les invitó a dar clase junto con las demás alumnas, pero las jóvenes rechazaron la invitación con cortesía.

También estaba el infame Choi Seungcheol, que vivía en el quinto piso, justo debajo de Katja y Mingyu. _______ lo reconoció al instante como aquel hombre que la había encontrado la mañana que intentó escaparse de Las Noches y él la recordaba como la encantadora joven que escapó a sus encantos "fingiendo" ser una prostituta; aunque, ahora que tenía dinero, no le importaría aceptar su oferta. Ella contestó diciéndole que se había retirado. Además, la joven se dio cuenta de que el hombre tenía una peculiar y algo enfermiza fijación con la francesa. Wonwoo posteriormente le informó de que el señor Seungcheol deseaba a Katja más que a ninguna otra mujer y, como consecuencia, odiaba a Mingyu. Además, las cosas no mejoraban teniendo en cuenta que, dada la ubicación de su apartamento, Seungcheol podía oírlos claramente cada vez que se acostaban.

| m u s e |  ♡ wonwooWhere stories live. Discover now