XXVII. Donde está el corazón

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_______ _______ caminaba por las calles dando saltitos de alegría, canturreando una canción y con dos bolsas blancas llenas de tarta de calabaza de la tienda de Seokmin, recién sacada del horno. Ella se lo había agradecido con un billete de diez dólares y un beso en la mejilla, lo que a él le pareció suficiente para seguir fantaseando. Sin embargo, ella sabía que Seokmin era un buen hombre- con novia, además- que le había hecho aquel favor porque quería. Además, ella era la fan número uno de sus postres.

Era la mañana de Acción de Gracias y, dado que el Restaurante Tommy's estaría todo el día cerrado, Margaret había prometido ayudar con los preparativos para la cena. Katja había estado ocupada con el pavo desde el día antes, insistiendo en que se necesitaba mucho tiempo para que los condimentos le dieran sabor, antes de meterlo en el horno, lo que no impidió que Wonwoo le preguntara por el proceso, cada vez que la veía. _______ sonrió, apretándose las tartas contra el pecho; con un poco de suerte, todos se divertirían tanto como ella.

La joven descubrió que, cuando se trataba de recibir a muchos invitados en su casa, Wonwoo se ponía muy nervioso. Aparentemente estaba bien, pero ella ya había aprendido a distinguir su buen humor del malo, su tranquilidad de su nerviosismo y sus días normales de los días de Paco; un talento que no había buscado, pero que había conseguido. Aquella mañana se había despertado muy pronto y había ordenado su colección de DVDs según el año en el que salieron a la venta. Ésa fue la única muestra de ansiedad que le había permitido mostrar, antes de lanzarle las zapatillas por haberla despertado con el ruido.

Y, así, _______ había pasado toda la mañana viendo el desfile de Acción de Gracias, con las actuaciones de las estrellas del pop, además de los espectáculos de Broadway y las sobrecogedoras actuaciones de distintos grupos. Siempre había querido ir al desfile; era uno de esos sueños que tenía desde siempre y que, seguramente, jamás se hiciese realidad. La gente reservaba habitaciones de hotel con un año de antelación para ir y seguramente no fuesen demasiado baratas. La joven suspiró, peinándose el flequillo; Wonwoo era rico... quizá podría convencerlo para que la llevara.

Trató de imaginarse aquello: ella saltaría de alegría cuando las bailarinas de Rockettes hicieran esos saltos tan increíbles, mientras Wonwoo trataría de componer algo con la aplicación de piano que le había visto en su móvil, al quitárselo hacía unos días. Aquella fantasía hizo que se pusiera de mejor humor; sí, tal vez pudiera convencerlo...

Wonwoo había esperado educadamente a que el desfile terminara para instarla a hacer algo útil, así que se había vestido y dirigido a la tienda de Seokmin, mientras llegaban Mingyu y Katja con el pavo listo para meterlo en el horno. El animal era enorme, pero sólo podían comprar uno que fuera lo suficientemente grande como para alimentar a todos los que iban a ir: Hoshi y Margaret; Joshua, Norah y Dino; Seungcheol y Seungkwan, Yammy, Ren y el perrito... hasta el viejo Luisenbarn había prometido ir. _______ esperaba que prácticamente todos ellos volviesen a casa en ese día, pero pronto descubrió que, o bien se llevaban mal con sus parientes, o bien negociaban con ellos para que, cada año, fuese uno quien regresase a casa.

Estaba emocionada. Por mucho que le hubiera dicho a Wonwoo que le daba igual, tenía que admitir que tenía muchas ganas de que llegara el día. Su primer Acción de Gracias de verdad... tenía que ser perfecto, decidió, asintiendo y sonriendo. Tan sólo tendría que regresar a Las Noches con las tartas de una pieza.

...

El apartamento de Wonwoo se convirtió en un caos en un momento, lo que no hizo sino ponerle más nervioso. Katja y Seungkwan correteaban por la cocina, preparando el menú como si fueran cocineros expertos. Mingyu y Seungcheol discutían sobre dónde poner el sofá para que pudiera seguir viéndose la televisión y dejando el suficiente espacio para que cupiera la mesa extra que habían traído. También discutieron acerca de dónde poner esa segunda mesa; si la unían a la primera, ambas formarían una figura fálica, según Mingyu. Seungcheol insistió en girar la primera mesa para que eso no ocurriera, pero, entonces, tendrían que cambiar todos los muebles del salón de sitio. Le preguntaron a Wonwoo si podían mover el piano, pero el joven les prometió matarlos si lo tocaban; tal vez no estuviese siendo precisamente maduro, pero aquélla era su casa.

| m u s e |  ♡ wonwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora