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Narra Mónica.

Cerré la puerta de la habitación y me deje caer sobre la cama. Estaba frustrada porqué no sabía que hacer.

Cada que llamó al celular de Mad, me avergüenzo, me arrepiento y cuelgo.

Tenía que hacer algo, no la e podido olvidar, lo intenté, pero, ¿a quién engaño? no podré olvidarla aunque de eso dependiera mi vida.

-¿Mónica? -escuché que gritaba Denise golpeando con calma, la puerta.
-¿Qué? -respondí con desgana.
-Pues que ya esta la cena.
-Ya voy, Denise.

Resople y tome fuerzas para levantarme. Estos últimos meses he vivido con ella, es muy genial, aunque no ha pasado nada entre nosotras.

Baje y encontré a Denise sentada, todo estaba muy decorado, había velas y copas, junto con un vino en el centro de la mesa. Al verme, Denise se puso de pie, sus mejillas se pusieron rojas.

-Vamos a cenar -dijo Denise acercándose.
-¿Qué es todo esto? -pregunté extrañada.
-Es... un detalle que quise hacerte -respondió alzando sus hombros.

Subí sorprendida mis cejas y abrí mi boca para decir algo, pero las palabras no salían.

-No tienes que decir nada -dijo Denise haciendo que me espantara.
-No, Denise, gracias -dije sonriendo-. Es un lindo detalle de tú parte.
-Ven, vamos -dijo y me ayudo a sentar.

Charlabamos como de costumbre, de todo y a la vez de nada, brindábamos por cualquier cosa y reíamos recordando cosas que nos han pasado.

-¿Recuerdas como cayó tú maleta en el mar? -decía divertida Denise.

-¡Cómo olvidarlo! -dije entre risas-, sí ese día dormí casi desnuda porque todo estaba mojado.

Ambas comenzamos a reír como locas desenfrenadas, ya que realmente había sido un suceso muy divertido; tuvimos que correr por el mar, levantándome bragas, sostenes y todo tipo de ropa que se había salido de mi equipaje.

De pronto Denise dejo de reír y me miro, pero no era su común mirada, era más delicada... más sincera.

-¿Denise? -pregunté algo asustada.
-¿Qué? -pregunta distraída-, lo lamento, es que es fácil perderse en tu risa.

Sentí como mis mejillas se tornaban de un rojo brillante, tape mis mejillas con vergüenza y ella soltó una risita nerviosa.

-Mónica -se puso de pie y se acerco a mi-. Tengo que perdirte algo.

Mire confundida como se acercaba y relamia sus labios con torpeza. Estaba asustada, ya que en realidad sabía lo que quería; pero me lo negaba.

-Mónica, me has hecho la mujer más feliz, estos últimos meses. La hemos pasado muy bien, y lo sabemos. ¿Quieres ser mi novia?

Quedé atónita, Denise sacó de su sudadera una caja que al abrirla, era un lindo collar, con el dije de un corazón.

-¿Qué dices? -dice Denise sacandome de mis pensamientos.
-¿Qué digo de qué?
-¡Rayos, Mónica! -dice acercándose más-. ¿Quieres ser mi novia?

Me puse de pie, asiendo que la silla cayera hacia atrás. El ruido que hizo la silla, hizo que diera un brinco, asustada.

-Denise, yo, no, no puedo aceptar eso -dije mirando el collar.
-¿Por qué? -pregunta confundida-. ¿Por Mad?

Asentí dudosa. Denise cambió la mirada tierna por una muy molesta.

-¿Ella? ¿al final a ella es a la que quieres?
-Sí, tú sabes todo, ¿cómo olvidarla?
-¡Conmigo, obviamente! -gritó haciendo que diera un paso atrás-. ¿Por qué ella?
-Porque siempre la he elegido a ella, y la seguiré eligiendo.
-Joder, Mónica, ¿no ves que ella se fue? ¿por qué sigues esperando a que estén juntas?
-Porque así es esto. Y si tengo que esperar diez vidas más, lo haré. Y si el destino insiste, esperaré quince, hasta estar con ella.

Mis lágrimas resbalaron por mis mejillas, inútilmente intente que se detuvieran.

-La amas -susurró Denise. Asentí.
-La amo y ya es hora de que ella lo sepa.
-Tú te mereces algo mejor. Ella no vale la pena.
-¡No me importa! ¡ella es es todo lo que quiero! -grité molesta-. Ella es lo mejor, ella vale toda la pena del mundo. ¿Entiendes?

Denise no dijo nada, fui a la habitación y comencé a empacar todo lo mío. Diez minutos después ya estaba todo listo.

Fui a donde estaba Denise sentada mirando el collar. Sentí coraje al no poder querer a alguien tan genial como ella.

-Denise... -dije acercándome a ella.
-Basta -susurró-. Vete ahora. Porque si te acercas más, dudaré en dejarte ir tan fácil.

Suspire y asentí. Sabía que ahora no podía hacer nada para solucionarlo. Tome la maleta y me dispuse a salir de ahí.

-Mónica -dijo ella, haciendo que me detuviera-. Se feliz, ya no volveré a buscarte.

Volví a asentir y salí de ahí. Es hora de dar la cara.

N/A

¡A los personajes planeó mostrarlos ya al final de todo esto! :B

¡Hasta mañana!

Me Enamoré de la NoviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora