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Caminaba por la arena mientras pensaba en todo lo que había pasado, no resultó como quería pero me sentía bien, me sentía libre.

Me senté a la orilla del mar y hundí mis pies en la arena, mi cabello se movía por el viento, ya era tarde, así que tendría que irme pronto, porque anochesería.

Mis pensamientos estaban hundidos en el mar, con cada ola se alejaba uno, no podría explicar la fascinación que tengo al ver el mar, o los recuerdos que surgen al verlo.

Como cuando era niña y venía aquí con mi familia, o cuando estuve aquí con Jasmine... o cuando vine una vez con Mónica.

Recuerdo que esa vez la aventé al mar, ella se molesto y después me lanzó una enorme bola de arena mojada, cayó en mi cabello. Ambas reímos a carcajadas esa vez.

Comencé a reír ignorando que estaba sola, reía por aquellos hermosos recuerdos, Mónica ha sido mi compañera de vida desde hace muchos años.

Joder, Mónica es perfecta, siempre estuvo para mi, aunque se estuviera revolcando con alguien, si la llamaba, ella ya estaba afuera de mi casa con una pizza y las películas de Harry Potter, no puedo evitar dejar caer algunas lágrimas al recordar todo aquello tan hermoso.

Siento un enorme vacío al saber que la he perdido, que no volverá a mi, muy tonta si lo hace.

  ...

Saque de mi maleta aquel papel que me dio Mónica antes de discutir, ya estaba oscureciendo y tenía que irme. El celular no había dejado de sonar, eran llamadas de George, Karen o papá.

Narra Mónica.

Llegué a donde Karen me había dicho que seguro estaba Madie. Baje con prisa y al ver la playa, en seguida pensé en los recuerdos que había pasado aquí.

Mordí mi labio inferior y busque con la mirada a aquella hermosa mujer. Y sí, ahí estaba sentada a la orilla del mar con la mirada fija en el.

Sonreí inconscientemente y cerré la puerta del auto. Camine en silencio para no espantarla, quería seguir observándola.

Estaba a unos pasos detrás de ella, la muy torpe aún no se percataba de que estaba ahí. Karen ya me había contado lo que había pasado con su familia, me sentía mal por haberla dejado sola en ése momento.

—Hola —dije.

Madie dio un salto del susto y volteó con los ojos bien abiertos, me miro y comenzó a gritar, se puso de pie y tapó su boca con frustración. Reí al verla así de tierna.

—¿Qué haces aquí? —preguntó ya más seria.
—Sólo venía de pasó, voy de camino a otro lado.

Madie apretó sus labios y bajo la mirada, estaba decepcionada. No pude contener la risa y ella me miro confundida y claramente molesta.

—¿Vienes por mi?
—Dejame hablar, ¿ok?

Ella asintió.

—Mad, eres tonta, orgullosa, egoísta, indecisa, caprichosa, detestable, he insoportable, eres horrible —Madie bajo la mirada algo decepcionada y sonreí con ternura—. Pero por otro lado eres hermosa, eres fabulosa por la forma en la que piensas y a veces te expresas. Eres hermosa por la chispa de tus ojos cuando hablas de algo que te apaciona, eres hermosa porque aún estando triste, haces sonreír a las personas, eres hermosa y no por algo temporal como el físico, eres hermosa en el fondo de tu alma.

Me quede en silencio frente a ella, mirando todo lo que hacia, intentaba contener las lágrimas, y jugaba con sus dedos nerviosa. Su silencio lo tome como la respuesta que esperaba.

Me acerque a ella, tome su mentón con delicadeza y sonreí para después probar sus bonitos labios.

Madie en seguida me rodeo con sus brazos y me acerco a ella con una fuerza extraordinaria.

—¿Por un beso viajaste tanto? —preguntó ella mirándome.
—Valió la pena —respondí y se dibujo una sonrisa en sus labios—. Cada vez que sonríes, me enamoras más.

Cuando nos preguntan: ¿por qué lo sigo intentando? La respuesta es simple, porque cuando quieres a alguien, tienes la esperanza de que las cosas funcionen.

Madie valía la pena para seguirlo intentando, Madie valía toda la pena del mundo.

Volví a acercarme a ella para poderla rodear con mis brazos, ella recostó su cabeza en mi hombro, estaba contenta de poder oler su perfume, acaricie su cabello haciendo que mis dedos se enredaran en el para después volver a soltarlo.

—Ya deja de llorar —le pedí y ella me dedico una linda sonrisa.

Respiré hondo y tome fuerzas para lo que estaba a punto de hacer, apreté mis labios y me acerque a ella, metí mi mano en el bolsillo de mi chaqueta.

De el saqué una cajita, aquella cajita que le iba a dar aquella noche que decidió irse de nuevo, dudé en buscarla pero ahora que estoy aquí, no me arrepiento.

—Madie, siempre he creído que estaremos juntas —dije abriendo la cajita—. Siempre había soñado con éste momento.

Madie abrió grandes sus ojos y tapó su boca con sus manos, comenzó a llorar de una forma infantil y tierna, yo, yo solo me limitaba a no temblar tanto de los nervios para no hacer el ridículo.

—Mad, estoy segura de esto. Estoy segura de que te necesito conmigo, me haces tan feliz y a la vez me causa tanto temor perderte que no soporto la idea de que te alejes de mi... Mad, perdí totalmente la cabeza por ti...

Esto último lo dije ya entre lágrimas, Mad no me dejó terminar cuando se lanzo a mi haciendo que cayéramos sobre la arena, la rodeé con mis brazos y entre risas nerviosas, la besé.

A pesar de que ya he probado sus labios tantas veces, algo se sentía diferente, algo no encajaba con lo de antes y eso me parecía perfecto.

—No puedo creer que lo hayas hecho —susurró Madie.
—Creelo, porque nos casaremos —Madie volvió a sonreír de oreja a oreja y asintió emocionada—. Te amo.

N/A
Como sabemos, a Madie y a Mónica les gusta mucho Harry Potter, bueno, así es la cajita donde venía el anillo de Madie.

Me Enamoré de la NoviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora