Capítulo 3: El Regalo

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El rubio corrió directo a su cuarto. Buscó dentro del armario por un momento hasta encontrar una pequeña caja forrada con papel de regalo. "Aquí está, sabía que no debía tirar esto." Miró el paquetito plateado, tiró de la tarjeta que decía "Para Lisa", la miró unos segundos, y la guardó en uno de los cajones. No hacía mucho tiempo, encontró la caja mientras hacía limpieza y estuvo a punto de regalárselo a Charlie pero no quiso tener que dar explicaciones, o, en el mejor de los casos, tener que soportar una buena dosis de burlas. Jamás pensó que terminaría dándoselo a Cas. ¡Cómo se reiría su amiga de esto! Podía imaginarla guiñándole el ojo por detrás del ángel, tirando besitos al aire. Con solo pensarlo volvía a sentir la sangre subiendo a su rostro. Dioss.

Tomó aire y exhaló lentamente.

—De acuerdo, puedes con esto —murmuró para tranquilizarse—.Es solo tu amigo. Tu amigo convertido en mujer. Convertido en la maldita mujer de tus putos sueños. ¡Maldición! —Dean sintió que comenzaba a híper ventilarse, volvió a intentar regular la respiración.

—¿Dean? ¿Está todo bien? —La áspera y profunda voz de mujer llegó desde el pasillo.

—Enseguida voy, Cas.  —Dean se apresuró a dirigirse al cuarto de invitados donde la morena lo esperaba sentada en la cama—. Aquí tienes, prueba con esto. 

El cazador extendió el brazo y le dio la pequeña caja plateada. Castiel inclinó la cabeza contra su hombro y su larga melena cayó hacia un lado.

—¿Qué es esto, Dean?  —Sus suaves y delicados dedos rozaron las ásperas manos de Dean al tiempo que tomaba el paquete.

—Es... es algo que había comprado para Lisa hace mucho tiempo, pero jamás se lo di. Era un regalo de aniversario, pero bueno... ya sabes.

—Oh —Castiel miró su reflejo distorsionado en el envoltorio—. No puedo aceptarlo.

—¡Claro que sí, Cas! Mira, jamás voy a dárselo, ¿de acuerdo? Lleva años guardado juntando polvo. Tú lo necesitas, así que es tuyo. Acéptalo. Es un obsequio. —Cuando terminó de hablar, Dean podía sentir sus oídos arder, eso no era bueno. Todo su rostro se sentía en llamas.

—¿Un obsequio? —Dean asintió mirando al suelo—. Nunca nadie me regaló nada.   —Castiel miraba ahora con curiosidad el pequeño objeto en sus manos. Mordió su labio superior. Quería aceptar el regalo, quería saber qué había adentro. Qué era lo que Dean le estaba regalando.

—Ábrelo. —Cas lo miró a los ojos para asegurarse de que no estaba arrepentido de darle aquello. Dean le mantuvo la mirada ya más tranquilo y solo ligeramente sonrojado. Castiel le sonrió de costado y comenzó a buscar por donde retirar el papel metálico—. Rompe el envoltorio, es de buena suerte —dijo Dean y luego soltó una risita nerviosa.

Cas así lo hizo. Abrió la caja y adentro encontró un conjunto de ropa interior de satén azul. Tenía delicadas puntillas de un tono más oscuro y lazos haciendo pequeños moños en el frente de ambas prendas. El ángel abrió los ojos alucinado. 

Al verlo Dean se llevó una mano al rostro, no se acordaba de qué color era. Volvió a su mente el momento en que lo eligió. Recordó que cuando lo vio pensó que era el color de la corbata de Castiel, el mismo color de los ojos del ángel, un azul profundo y vibrante. Por ese tiempo llevaba un año sin verlo, rezándole sin respuesta; no sabía qué había sido de él. Había seguido un impulso idiota, de todas maneras Lisa jamás sabría por qué ese color y no otro. Pero ahora el conjunto sexy era de Cas. En cierto modo, tenía sentido.

—Es muy hermoso, Dean. Tiene el mismo color que mi antigua corbata. Me gusta mucho. ¿Seguro que no te importa que lo use?

—Si te gusta es tuyo, Cas —afirmó feliz de verlo tan contento con el regalo.

Hechizando Rápido y Fácil Con Madame GreenWhere stories live. Discover now