Capítulo 14: La mujer de mis putos sueños

614 78 54
                                    

Castiel se quedó mirando extrañado la mano de Dean, preguntándose cómo rayos sabía Sam que su hermano reaccionaría de ese modo. Probablemente ese conocimiento era producto de años y años de hacerse bromas pesadas mutuamente.

Con suma delicadeza, tomó la muñeca de su amigo y deslizó su brazo de regreso a su cintura. Suspiró aliviado al ver que lo había conseguido sin despertarlo. Cas volvió a posar su mejilla en la coronilla de Dean e inhaló con profundidad, disfrutando el aroma a coco y manzanas que despedía su cabello.

Pero apenas unos segundos después, como si el brazo del cazador tuviera memoria propia, recorrió el camino que ya conocía y se aferró una vez más de la misma teta.

—¿Pero qué dem-...? —masculló Castiel sorprendido. Con el mismo cuidado que antes, volvió a retirar su mano, solo para observar con incredulidad cómo esta regresaba a su sitio como impulsada por un resorte; con la diferencia de que esta vez, al llegar a destino, dio un ligero apretón afirmando su posición—. ¿Dean? —lo llamó con suavidad buscando su rostro para comprobar si estaba despierto. Dean dormía plácidamente, totalmente ajeno a la actitud irreverente de su extremidad.

Castiel suspiró restregando su frente y aguardó. Quizá Dean cambiara de posición y lo soltara sin tener que despertarlo.

La mujer movió un poco el hombro que Dean estaba usando de almohada, con la esperanza de que eso lo impulsara a soltarla. Desafortunadamente solo consiguió empeorar la situación. El cazador se acurrucó aún más apretado contra su costado, prácticamente posando la mejilla en su pecho libre, masajeando con suavidad el otro, del mismo modo que Castiel lo había visto hacer con Cookie Kw'an la noche anterior.

—¡Dean! —lo llamó con firmeza, comprendiendo que la única escapatoria era despertarlo—. ¡Dean, despierta! —exclamó sacudiéndolo por el hombro.

Dean despertó sobresaltado, haciendo un fuerte sonido con la garganta, similar a un ronquido. Parpadeó varias veces intentando enfocar la vista. Aún adormilado, se quedó mirando a la morena sin terminar de reconocerla. Alzó las cejas con una sonrisa coqueta y la mujer inclinó la cabeza frunciendo el ceño.

—¿Dean? —dijo el ángel. De inmediato la sonrisa del cazador desapareció. Esa morena sexi a su lado en la cama era Cas—. ¿Podrías...? —pidió señalando su pecho con la cabeza. Dean siguió el movimiento con la mirada y notó que estaba aferrado a la teta de su amigo.

—¡Mierda! —exclamó retirando la mano rápidamente—. ¡Lo siento, lo siento! —Dean se presionó los párpados avergonzado y cayó en la cuenta de que no se trataba solo de su mano. Todo su torso estaba pegado a Castiel, incluso tenía una de sus piernas sobre las de Cas—. Juro que no te pedí que te quedaras para esto —dijo con un hilo de voz al tiempo que se hacía a un lado, poniendo algo de distancia entre ambos.

—Está bien, Dean... —dijo Castiel con suavidad, luchando contra la sonrisa que le provocaba la actitud Dean.

—No, no está bien, Cas. —Dean podía sentir su rostro arder; los latidos acelerados de su corazón retumbaban en sus oídos—. Uno no puede tocar de ese modo sin permiso a sus amigos... —Dean frunció el ceño molesto consigo mismo—. Amigas —se corrigió—. De hecho a nadie, no sin permiso. Lo lamento.

Castiel lo observaba con curiosidad. Su amigo estaba demasiado consternado por algo que para él solo había sido una molestia menor, solo una interrupción desafortunada.

—Tranquilízate —le ordenó con dulzura, acunando su mejilla para conseguir que lo mire—. Solo soy yo —dijo sosteniendo su mirada. Dean se concentró en el azul de sus ojos; los ojos de su amigo Cas, y poco a poco consiguió regular su respiración—. Parece que olvidaras que soy un ángel, Dean. Esto... —dijo señalando su cuerpo, mirándose a sí mismo de arriba abajo—... solo es un recipiente. No es mi verdadera forma. No es mi cuerpo, no realmente. Y no me ofende, ni me molesta de ningún modo que me toques, con o sin mi permiso expreso. Eres mi amigo. Confío en ti. Y siempre tendrás mi consentimiento. —Dean alzó las cejas sorprendido al escuchar esto último.

Hechizando Rápido y Fácil Con Madame GreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora