Capítulo 11: Salar y quemar

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—Aquí Pichón a Águila Calva, ¿me copia, Águila Calva? Cambio. 

Dean revoleó los ojos al escuchar el mensaje de audio que Claire le acababa de enviar. Sam y ella vigilaban la casa de Bill Thompson mientras ellos hacían el trabajo sucio. El cazador clavó la pala en el montón de tierra que Cas y él habían removido de la tumba de Clark Routh. Comenzaba a oscurecer, debían apresurarse o pronto ya no tendrían luz para trabajar.

—Recuérdame ¿para qué diablos tenemos nombres clave? —protestó Dean mirando hacia el pozo; Castiel rio como respuesta y arrancó sin esfuerzo la tapa del ataúd con todo y clavos usando solo sus manos. El ángel aún llevaba el vestido azul y sobre este, la gabardina negra. Desde donde estaba, Dean podía ver el borde del sostén de raso asomando por el escote. Tragó con dificultad y desvió la mirada—. Bueno, al menos yo no soy Paloma Negra —añadió burlándose del apodo que Claire le había dado a Cas. Tocó la pantalla del teléfono y comenzó a grabar como si hablara por radio, solo para darle el gusto a la joven—. Aquí Águila Calva, te copio fuerte y claro. Cambio. —Las risas de Castiel se oían de fondo en el audio pero Dean lo envió de todos modos. Extendió una mano para ayudarlo a salir de la fosa y, cuando la morena estuvo a salvo en la superficie, Dean vació un saco de sal y combustible sobre el cuerpo y arrojó un encendedor—. El pollo está rostizado, repito, el pollo está rostizado. Cambio —informó en un nuevo mensaje.

***

Claire sonrió satisfecha de que Dean le siguiera el juego. Y Cas parecía estar pasando un buen rato. Al menos perderse la acción había servido de algo. Debía recordar que Castiel le debía una caminata por el cementerio.

—Haremos un poco más de guardia por si acaso —dijo Sam cruzándose de brazos sobre el volante del automóvil—. Con estos casos de salar y quemar nunca se sabe. Puede ser tan sencillo como quemar el cuerpo o mucho más complicado.

Claire asintió en silencio y volvió su atención hacia la casa. No habían pasado dos minutos cuando las luces del hall de entrada se apagaron y vieron que la puerta se abría. El señor Thompson llevaba un viejo bolso de mano, parecía que planeaba irse por un tiempo.

El Pájaro ha dejado el nido, repito, el Pájaro ha dejado el nido. Cambio. —La joven envió el mensaje y siguió con la mirada el recorrido que el hombre estaba haciendo. Se lo veía nervioso, miraba hacia atrás como si pensara que alguien lo seguía.

Cuando Bill llegó al límite de su propiedad, apresuró el paso hasta alcanzar el Cadillac, pero en cuanto le puso una mano encima, algo pareció tirar de él. Como arrastrado por un inmenso imán, se deslizó de regreso por el camino hacia la casa, forcejeando con una fuerza invisible que lo obligaba a desandar el tramo recorrido.

—¡¿Pero qué mierda?! —exclamó Claire. Sam se apresuró a tomar el teléfono.

***

Dean y Cas iban de regreso al Impala, cargados con las palas y el bidón vacío de combustible, cuando el teléfono del cazador comenzó a sonar.

—¡Dean! Vengan rápido, algo está sucediendo —exclamó Sam del otro lado del aparato. Se oía agitado como si hubiera estado corriendo.

—¿Qué pasó con los nombres clave, eh? ¿Gavilán? —bromeó a pesar de la evidente emergencia.

—El juego terminó, Dean. Esto es serio. El fantasma acaba de arrastrar al señor Thompson de regreso hasta la casa. La puerta parece sellada, no podemos abrirla. Necesitaremos apoyo. No quiero poner a Claire en peligro. —Sam hablaba con prisa y el genuino tono de alarma en su voz hizo que Dean frunza el ceño cambiando automáticamente a modo de batalla.

Hechizando Rápido y Fácil Con Madame GreenWo Geschichten leben. Entdecke jetzt