La ley, el amor, y la "pena de muerte"

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La ley no necesita del amor. Pero el amor necesita de la ley. Lo bajo no depende de lo alto. Lo alto necesita de lo bajo. El amor necesita de la ley para que sea posible. Pero la ley no necesita del amor. Esa es su naturaleza. La ley ha nacido sin alma, sin corazón, sin compasión, sin sentimientos, en fin,  sin vida.

La ley nunca cometerá un acto amoroso. A la ley no le importa que el culpable se pudra en la cárcel por el resto de sus días. Porque la ley no tiene consciencia. La ley podrá dormir tranquilamente.

Pero nos engañamos creyendo que impartimos justicia. Porque todo aquello que puede prescindir del amor está muerto. No tiene vida. Por eso nunca esperes que haya justicia en el mundo. Jamás habrá justicia en el mundo, porque la justicia solo puede impartirla el amor, no las leyes. Nuestras leyes están condenadas a ser parciales e injustas, porque no pueden abrazar la Totalidad. La justicia solo nace de un acto amoroso. Jamás veremos que un acto justo surja de una sentencia. De una condena. Es imposible. Porque la condena va en contra de la justicia en sí. Las leyes pueden impartirlo todo, menos justicia. Y esto es increíble, porque todo mundo cree que la ley imparte justicia. Pero no es así. Las leyes, nuestras leyes, imparten venganza.

Si después de diez años acudes a la ejecución del asesino de tus hijos, no es justicia lo que estas presenciando, es venganza. La ley ha hecho posible la legalización de la venganza. A eso lo llamamos "pena de muerte" porque nos asusta saber que es un asesinato legal. De modo que lo disfrazamos llamándolo "pena de muerte".

Sin en cambio, es curioso que nunca hayas escuchado el término "pena de vida". La pena de vida también es una sentencia. Es tan injusta como  la "pena de muerte". Tu condena es estar vivo. Sencillamente porque nadie te consultó si querías esta vida. Literalmente, cómo a todos, fuiste arrojado al mundo sin tu consentimiento. Nadie te consultó si querías vivir en América, África o Europa. Si querías nacer judío, cristiano o budista. Si querías nacer pobre o rico. Todo te ha sido impuesto desde el comienzo. Y una vez que te ha sido impuesta la vida, ya no puedes rechazar nada. Eres completamente impotente, te guste o no. Debes aceptar todas sus consecuencias. Sí. Estar vivo tiene sus consecuencias. Puedes ignorarlas toda tu vida pretendiendo que no pasa nada, como la mayoría hacemos. O puedes empezar a darte cuenta de las complejas implicaciones que suponen tu existencia, es decir, tu vida.

También estar muerto tiene sus consecuencias. Pero esas consecuencias deben aceptarlas quiénes quedan vivos. A veces, tendremos que sufrir las consecuencias de una pérdida. Pero otras veces será un alivio la muerte de alguien. Quién muere se ha librado de la vida. Se ha librado de la imposición. Quien queda vivo no puede ni librarse de la muerte de los otros. Eso es estar vivo. Estar vivo es no poder librarse de la muerte de los demás.

Pero los Budas afirman que estar vivo es librarte de tu propia muerte. De modo que para un Buda, lo que tú llamas vida no es vida, es algo así como la "pena de vida", la cual incluye al final la "pena de muerte". Y tiene mucho sentido que llames a tu vida "pena de vida" porque en escencia, te des cuenta o no, eres un sentenciado a muerte. Sufrirás al final, como todos, la "pena de muerte".  Sólo es cuestión de tiempo. Te guste o no. Estás en la antesala de la muerte desde el instante en que fuiste concebido. Un segundo estás aquí. Al siguiente who knows?

Fisiología de un BudaWhere stories live. Discover now