El dilema de los ayocotes.

247 3 0
                                    

Pequeña reflexión sobre la ignorancia.

-Oye, ¿qué es eso que comes?

-Son ayocotes.

-¿Ayocotes?, ¿qué es eso?

-Pues lo que estoy comiendo...

-Si pero ¿qué son?

-¡Pues son ayocotes mujer!

-Bueno, pero ¿qué sabor tienen?

-¡Los ayocotes tienen sabor a ayocotes mujer!

-¡Contigo no se puede. Me largo!

Así son las cosas amigos. Cuando no sabemos algo, nuestra mente siempre intenta por todos los medios posibles, de conocer eso que desconoce. Pero ¿cómo va la mente a conocer, algo que desconoce, con simples preguntas? Esto es imposible.

A veces, el conocimiento de algo es una experiencia, más que una búsqueda. Podrás «googlear» la palabra «ayocotes» en la red, pero eso no significa que sabes lo que son. La pregunta ¿qué sabor tienen los ayocotes? Carece de sentido. Porque una experiencia es individual. Intransferible. Si quieres saber qué sabor tienen los ayocotes debes probarlos. No hay de otra. Y aún así, quizá incluso después de haberlos probado no puedas describir su sabor.

¿A qué huele una rosa? O ¿A qué huele un plátano?. Son preguntas imposibles de contestar. La verdad es que nadie sabe a qué huelen las cosas. Sólo usamos palabras para enmascarar nuestra propia ignorancia. Porque a nadie le gusta ser ignorante. ¿A quién le gusta ser ignorante? A la mente nunca le gusta ser ignorante. «¿Cómo va a ser posible que, yo, esta súper mente, sea ignorante? ¿Ignorante yo? Claro que no señor. Debe haber un error.»

De modo que tendemos a usar palabras para tapar esos huecos por los que nuestra ignorancia se hace patente.

Así es esto. Que vamos a hacer. 😊

Fisiología de un BudaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora