Culpable.

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Capítulo 16

Culpable

Lanzó un gruñido al mismo tiempo que intentó azotar la puerta principal de la gran casona.

—Ey, calma— dijo Ricardo a sus espaldas, justo al sujetar la madera evitando que se le estampara en el rostro, —de seguro fue un mal entendido.

—Es que.. ¿por qué siempre está jodiéndome la vida?— vociferó.

—¡Abel!— el mayor de los tres hermanos bajó las escaleras, por supuesto que había notado su llegada, el deportivo color plata había arribado a toda velocidad y frenado de golpe en la entrada; —¿qué fue lo que sucedió para que hables así?— a Samuel no le agradaba que usara ese tipo de palabras pero al pelirrojo siempre le dio igual.

—Que esa maldita, Ariel otra vez me está fastidiando. Pero ¿saben qué?, esto no quedará así— tomó el pomo de la puerta, —le voy a patear el cu...

—Abel, tú no vas a ir ningún lado— sentenció Samuel, —sube inmediatamente a tu habitación.

—Hermano, te juro que...

—¡Ahora!— señaló las escaleras. El menor exhaló molesto e hizo lo mandado, ya luego se las arreglaría con Ariel, eso era un hecho.

—Ricardo— el mayor le llamó una vez que el más joven se encerró en su recámara, —¿qué fue lo que sucedió?

—Lo de siempre; Ariel dijo cosas, Abel se lo tomó personal e inició la pelea.

—¿Pelea?

Ricardo asintió, —Nuestro hermano fue el primero en intentar atacar y pues...

—¿No interviniste?— cuestionó.

—¡Lo hice!— se defendió, —pero llegué demasiado tarde, incluso Uriel fue un espectador más; un humano detuvo a Abel.

Negó con la cabeza, —esto no me gusta, pensé que sería diferente, que ahora serían más maduros; pero parece ser que ambos son un caso perdido.

Ricardo sólo bajó la mirada, no supo qué más decir, en definitiva no daría más detalles, puesto que eso sería ir en contra de lo que le había prometido a su hermanito. Rodeó al mayor y subió las escaleras.

—Abel, ¿puedo pasar?— llamó a la puerta.

—¡Vete! No quiero ver a nadie— su voz se escuchaba algo extraña; Ricardo supo lo que sucedía, estaba llorando así que entró sin su consentimiento.

Desde el momento en que alto abandonó el aula para ir a buscar a la rubia, Abel se había estado aguantando las inmensas ganas de llorar.

—Abel— musitó al verlo sentado en el suelo, apoyando la espalda en un costado de la cama y tapando su rostro con ambas manos; —no llores, por favor— se acuclilló frente a él, —tú eres fuerte, el más fuerte que conozco; no puedes dejarte vencer por esas cosas.

—Amenazó con golpearme— descubrió su rostro, se refería a Cristian, —¿qué ya no le importo?— hipó.

—No, no— posó una mano en su hombro; —estoy seguro de que ha de haber alguna explicación. Ariel se ve demasiado frágil, tal vez por eso Cristian quiso defenderla y...— se quedó callado cuando el menor lo fulminó con la mirada.

—Eso sólo confirma lo que ella dijo una vez— habló el pelirrojo, —la amistad de los humanos no es más que una muestra de falsedad e hipocresía, una estupidez; nunca debí creer que... — Ricardo golpeó su mejilla con la palma de su mano.

Medianoche. (GDV 01)Where stories live. Discover now