Revelaciones.

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Capítulo 20

Revelaciones

Cuando escuchó que su padre mencionaba los nombres de "Renata" y "Sulema", Cristian tuvo un extraño sentimiento; el cual no estuvo muy equivocado puesto que la joven que llegó acompañando a la hermana de su padre era la misma que había visto en uno de sus sueños.

Ambos hermanos se pusieron de pie al ver a las recién llegadas.

—Hermano, te extrañé

—Yo también

—¿Tu vida ha sido buena?

—Sí, lo ha sido

—Me alegra, pronto nos rencontraremos, solo espera un poco, ¿sí?

—¿Pronto?

—¡Renata!— antes de que pudieran presentarle a la joven, su madre llegó al comedor y en vez de traer lo que tenía en mano una charola con varias tazas, parecía haber previsto las cosas; —les estábamos esperando—, luego miró a la menor y le sonrió cálidamente, —bienvenidas.

—Sentimos mucho la demora— se disculpó Renata.

La hasta entonces desconocida también saludó, —hola— sonrió, —mi nombre es Sulema— informó dirigiéndose a los muchachos.

—Ellos son Rafael y Cristian— su padre fue quien los presentó, después se dirigió al mayor, —¿podrías traer el álbum familiar?

—Claro— con una expresión un poco seria, subió las escaleras para hacer lo mandado.

—¿Y cómo estuvo su viaje?— indagó Marisol mientras tomaban asiento.

—Algo frío— respondió la menor sonriente; —pero este lugar me gusta.

—¿Ah sí?— indagó la señora, —¿te gusta la ciudad?

Sulema afirmó frenéticamente, —sí, aquí me siento libre— ensanchó más su sonrisa; luego desvió la vista hacia el pastel de chocolate que estaba frente al futbolista.

—¡Oh, pero qué descortés he sido!— exclamó la joven, —olvidé que es el cumpleaños de Cristian.

Fue entonces que el nombrado regresó a la realidad y notó que nadie había indagado sobre la procedencia de la joven, no sabía si era una prima lejana o algo así; simplemente había estado inmerso en sus pensamientos y recuerdos, ella era justo la niña que había visto también en su sueño de la noche anterior, la que jugaba en la nieve; lo sabía por sus rasgos faciales.

—Aquí están— anunció Rafael mientras descendía por las escaleras y mostraba un sencillo álbum fotográfico; probablemente no había más de veinte páginas en él.

—¿Deseas un pedazo de pastel?— dijo Marisol a Sulema, —iré por más platos— se puso de pie.

—No— intervino su esposo; —espera, quédate.

—Yo... yo creo que no tengo que ver con esto— respondió ella y bajó el rostro; entonces la expresión de desconcierto no estuvo solamente en la cara de Cristian, sino también en la de su hermano mayor.

—Marisol— habló Renata, —pienso que tú también debes decírselos.

—¿Decirnos qué?— indagó Rafael.

Su madre se quedó allí por unos segundos; miró a los ojos a sus dos hijos, primero a Rafael y luego a Cristian, después exhaló; —de acuerdo— y volvió a tomar asiento.

Medianoche. (GDV 01)Where stories live. Discover now