Capitulo 37:

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Mi cuerpo se sentía pesado, y podía sentir el calor salir de mis poros, también sentía frío recorrer mi frente sudorosa. Me duele la cabeza. Este es el tercer día de mis malestares, y a medida que avanza se pone peor, creo que estoy resfriado.

Jonathan preocupado colocó su mano derecha en mi frente, yo tosía y estornudaba sin control. ¿Fiebre?.

-Estas ardiendo.

Dijo haciendo una mueca, lo mire con los ojos caídos y él a mi con tristeza. ¿Estaba enfermo?. No puede ser, genial, ahora que estoy empezando a escribir mi primer libro me tengo que enfermar.

-Te traeré un paño frío.

Dijo antes de irse a la cocina, mire al techo con los ojos llorosos y por inercia arrasqué mi cuello, me sentia muy mal, pero solamente es un resfriado, aunque no dejaba de ser justificante, y es raro porque mi salud es muy buena, raras veces me enfermo.

Jonathan llego con un trapo húmedo de agua fría y la puso con cuidado en mi frente, al sentir esa humedad me tranquilizo la fiebre un poco, él apoyó sus codos en la cama por lo que su cara estaba cerca, muy cerca de la mía.

-¿Te sientes mejor?.
-Sí, gracias.
-Creo que aún tienes fiebre, tu cara sigue roja.

Creo que no es la fiebre, y él lo sabe, por lo que fruncí el ceño molesto. Sonrió y sacó un par de carcajadas.

-Lamento que estés enfermo, haría lo que fuera para que estés mejor.
-Está bien, no es tu culpa.

Sonreí débilmente, aunque esa sonrisa se desvaneció por completo al recordar algo.

-Pero, ¿ahora quien cocinara, quien hará los deberes?. Mira, si más tarde me siento algo mejor te...
-Oh, no, no, tú te quedarás en cama hasta que mejores enano, no te preocupes por mi, soy yo ahora quien debo de cuidarte.

Esas palabras fueron como el mejor cumplido que me hayan echo, sentía que podía dormirme y descansar con la conciencia tranquila. Nos miramos unos segundos, y él poco a poco fue acercándose a mis labios, cuando reaccioné puse una de mis manos entre nosotros para evitar el beso.

-No, te puedo contagiar.
-¿Acaso crees que eso me importa?

Echó a un lado mi mano y me robó el beso que tanto deseaba, ¿acaso no usa la cabeza?, ¿que pasa si ambos nos enfermamos?. Pero con tal de sentirme no le importa, de echo creo que en el fondo a mi tampoco.

-¿Estas seguro de que puedes hacer todo tú sólo?.
-Claro, ¿que tan difícil puede ser?.
-Apenas sabes hacer hielo.
-¿Puedes parar un poco con el bullying por favor?.

Reía entre dientes ante su respuesta, me devolvió la sonrisa y acaricio mi mejilla con sus dedos, me miro a los ojos algo nostálgico y amplio más su sonrisa.

-Estas hermoso... A pesar de que acabas de cumplir los 37. Tienes una cara joven y sana. Y tus 1,69 no ayudan mucho a decir verdad.
-En un mes vas a cumplir los 30, así que ahórrate las bromitas.
-Je je, si claro. Bien tu descansa, iré a ordenar o algo, y llámame si necesitas algo, ¿bien?.

Asentí y bajó al primer piso hacia la sala, podía escuchar sus pasos alejarse. Me senté en la cama y miraba con pereza mi computadora la cual estaba al lado de mi, sabia que debía escribir, me quite el paño mojado de la frente y suspiro un buen rato, podía sentir hasta dentro de mi el calor que provocaba, realmente estar enfermo no es una sensación muy agradable. Desde abajo escuche el teléfono sonar unas tres veces hasta que Jonathan contesto, me estire y bostece antes de escuchar los pasos de Jonathan subir hasta donde mi.

-Es tu madre.

Dijo con una mueca apareciendo por la puerta y dándome el teléfono para volver a irse.

-¿Hola?
-Hola cariño, ¿qué tienes? Te escuchas apagado.
-Sólo estoy algo enfermo.

Tosí un par de veces sintiendo un leve dolor en mi estómago, me sacudí la nariz y volví a hablar.

-Oh mi bebé... Espero que Jonathan te atienda bien, ese no sabe ni hacer hielo.
-Tranquila mamá, él me esta cuidando bien, esta haciendo lo mejor que puede.
-Pues más le vale.

Sonreí rodando los ojos, me alegraba y me mejoraba mucho escuchar su voz. Digamos que mi madre y Jonathan aún no han dado el primer paso, aún se siguen lanzando miradas asesinas cuando se ven en persona.

-David... Tengo que hablar contigo de algo, por eso te llamaba.
-¿Que pasa mamá?

La sonría que tenía se desvaneció al escucharla, su tono cambio a uno algo triste, ojalá no sea nada tan grabe.

-Verás... El abuelo y la abuela que cuidaban a Jessabelle... Fallecieron antenoche.
-¿Qué?¿y Jessabelle?
-Ella fue quien los encontró. Los abuelos se habían ido a dormir temprano dejando... a Jessabelle en la cama, ella fue por un vaso de agua y fue a verlos, los había llamado pero no le contestaban, me llamo y después me di cuenta de que era lo que pasaba. Ella... Pensaba que aún dormían...

Estaba atónito, ¿como de un instante a otro tu día puede cambiar radicalmente?, mi respiración se entrecorto aún no creyéndome lo que dijo mi madre, ella con una voz rota contesto:

-David yo... T... Te llamo después...

Ella lloraba, y cuando colgó en un segundo yo también empece a llorar, mis lágrimas comenzaron a salir sin cesar, no me había dado cuenta cuando Jonathan apareció y con notoria preocupación se sentó a mi lado.

-¿David?¿David que pasa?.
-J... Jessabelle...
-¿Qué? ¿Qué pasa con Jessabelle?
-Los abuelos murieron...

Solloce un poco para dejar salir el dolor y me abrace de él llenando su hombre de labrimas, correspondió al instante y me acogió en sus brazos bajando y subiendo su mano por mi espalda tratando de calmarme. El dolor de cabeza no ayudaba mucho y las náuseas aún estaban presentes. Muchas preguntas pasaron por mi cabeza en ese momento: ¿Sabían que ese día era el último para ellos?, ¿Habrán sentido dolor?, ¿Quien cuidara ahora de Jessabelle?. En realidad creo que lo que más me preocupa es ella.

Me costaba respirar y a la vez soltaba gemidos de dolor ya que mi estómago estaba muy sensible, era como si me estuvieran golpeando en esa zona.

-Tranquilo...

Me decía constantemente Jonathan sin soltarme nunca. En realidad me dolía mucho, si, tal vez sea muy sentimental, pero no podía evitarlo, recuerdos de ellos vinieron a mi memoria, era como si me hubieran quitado algo tan valioso que ni siquiera me había dado cuenta del valor que tenía, pero creo que a una persona es quien le afectará más que a los otros, y esa es Jessaballe, la estaban criando desde que era una bebé, cuando tenía a penas 2 años sus padres murieron en un accidente, y desde ese día los abuelos tomaron la responsabilidad de cuidarla, pero ella sigue siendo una niña, y le afectará mucho esa pérdida. Tenía que esperarme de que esto un día pasara, estaban cansados y muy viejos, así que tenía que haberme dado cuenta de que en cualquier momento se irían.

Cesé un poco el llanto y empece a respirar un poco mejor, sentía que mi cabeza iba a estallar.

Después de unos 10 minutos de quejas y sollozos me limpie la cara con mis manos apartandome un poco de Jonathan, el cual me tomó de las mejillas mirando directamente mis humedecidos ojos.

-David... Escúchame, tal vez no conviví lo suficiente con tus abuelos, pero estoy seguro de que su corazón era igual de bueno que el tuyo. Sabias que algún día tenían que irse...

Paso sus dedos por mis mejillas secando unas cuantas lágrimas más que cayeron, besó mi frente por un largo tiempo, y sentí que el dolor de cabeza disminuyo un poco, me sentía más... Tranquilo.

-Seguramente están en un lugar mejor...

Sí, tal vez lo estén...

Los opuestos realmente se atraenWhere stories live. Discover now