Capitulo 57:

3.4K 424 40
                                    

Al abrir la puerta que con anterioridad se escucho tocar me encontré a Jonathan con una mirada neutra viéndome directamente a los ojos.

-¿Como te fue?

Fue lo único que pregunte y en respuesta me abrazo con mucha fuerza, apretándome en un grande y fuerte abrazo de oso.

-Gracias...

Me dijo en un susurro lo cual me hizo fruncir el ceño, necesitare detalles más tarde sobre lo que paso.

-¿Dónde esta Jessy?

Busco con la mirada a la pequeña por la sala y deprisa subió las escaleras directo a la habitación de la niña. Aún estaba confundido por ese 'gracias', levanté mis hombros en señal de indiferencia y cerré la puerta detrás de mi siguiendo sus pasos.

-Supongo... Que esta feliz...

Me dije en un susurro pensando en las probabilidades de lo que pudo pasar.

*Punto de vista de Jonathan*

Me asome a la puerta estirando mi cuello hacia la habitación para ver a la pequeña en la cama mientras dibujaba con el brazo derecho y tenía un yeso en el izquierdo.

-Hola princesa...

Se exalto y escondió el dibujo detras de su espalda mirándome con ojos bien abiertos, y debido al brusco movimiento que hizo arrugo su cara de dolor.

-Hola John...

Sonaba apagada y miro a sus pies mientras me acercaba, sentándome en una silla que había al lado de su cama, movía de un lado a otro sus pies sobre las rosas sábanas llena de dibujos.

-Si piensas que estoy enojado contigo, estas equivocada.
-Yo... No quería preocuparlos.

Se cortó al final de la oración como si hubiera querido decir algo más, pase mis manos sobre su rosada piel facial y le sonreí para darle confianza, hoy fue un día de muchas emociones para mi y cada día que avanza me siento más cansado que el día anterior, pero siempre para mi es inevitable el guardar algo de tiempo para estar con ella.

-¿Que fue lo que paso?
-Estaba... Corriendo, sólo estábamos jugando y sin querer me tropecé con mis cordones y me caí.
-Debiste ser consiente de eso.
-Si, lo se, lo siento. George me ayudo pero sabía que me había hecho mucho daño.
-¿Fue instantáneo o sentiste que estaba roto después?
-Después, ni siquiera sabía que estaba roto.
-Bien, eres una niña muy fuerte.

La felicite acariciando su brazo por encima del yeso con cuidado.

-¿...Tu alguna vez te rompiste un hueso?
-Si... Tenía más o menos tu edad, me rompí la muñeca y me la pase llorando en la enfermería, desafortunadamente no fui tan fuerte como tu, eres una nena valiente.

Ella sonrió y dejo caer sus hombros sintiéndose más segura. Puse mis manos en su mentón levantando su mirada para que chocara con la mía.

-¿Y sabes que pasaba después?
-¿Que?
-Cuando me ponía triste venía el monstruo de las cosquillas a visitarme.
-¿El monstruo de las cosquillas?
-Si, y me daba cosquillas por... Aquí.

Sacudí mis dedos por su estómago en movimientos rápidos haciendo que sacara risas fuertes.

-Y por aquí, y aquí...

Seguí haciéndole cosquillas hasta hacerla llorar de la risa, claro teniendo el cuidado de que no se lastimara más el brazo. Uno de las cosas que más he disfrutado de vivir junto a ella es hacerla reír el mayor tiempo posible.

-¡Ja ja ja! ¡Eres en mejor papá del mundo!

Tal vez se le escapó sin pensar, pero algo en mi se detuvo al escuchar aquella palabra, pare tratando de asimilar este sentimiento y pensando en lo extraño, pero a la vez en lo reconfortante que se sentía, siempre decía sólo para molestar que Jessabelle era mi hija a las personas cuando nos preguntaban al salir de casa que si éramos familia, sabía que no lo decía enserio pero ahora me siento como tal, con constancia y aún en estado de shock las palabras hacían eco en mi cabeza, le sonreí peinando su cabello viéndola aún riendo.

-¡Te quiero mucho Jonathan!
-Y yo a ti princesa... Por favor nunca crezcas.

Me levanté para besar su frente y hacer que descansara un rato más.

-Descansa...
-¡Espera!

Me tomó de la mano y me miro con ojos suplicantes, sacó de debajo de su almohada la hoja de papel que había ocultado y de la que no quise sacar el tema, me la entrego del lado en blanco, boca abajo.

-En la escuela la profesora nos dio un rato libre para dibujar a nuestras familia... No quería que el primo David lo viera hasta que estuviera terminado.

Me hablo con inocencia y doble la hoja viendo el tierno dibujo, no pude evitar otra sonrisa.

-Es precioso... Gracias.

Le volví a dar otro beso y ella se acomodó para dormir un rato. Salí de la habitación soltando un suspiro apegando el dibujo a mi pecho, jamás, nunca en mi vida demostré tantas emociones en un sólo día, incluso ahora me siento ridículo por expresarlo tan abiertamente, esta mañana me sentía profundamente triste, después pase a miedo, luego volví a la tristeza fusionada con algo de nostalgia, pero me alegra en terminar el día con felicidad.

Los opuestos realmente se atraenWhere stories live. Discover now