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Isabel respiró profundo y, mirando a la nada, apoyó su cabeza sobre el pecho de Lázaro. Este disfrutó del aroma del pelo de su querida,mientras acariciaba sus brazos.

Estos momentos de intimidad entre ellos alejaban a Lázaro de las preocupaciones que deberían acosarle.

Lázaro tomó la esponja y recorrió con ella los brazos y el pecho de Isabel, que se agitó suavemente para facilitar la labor de su novio.

- Me encanta tu piel – dijo él, mientras con la esponja acariciaba el pecho de su novia.

- Pues tienes suerte que no me has viso en invierno: me salen granitos – rió ella.

-Pues te los reviento.

-¡Deja de decir guarrerías!

De nuevo, silencio.

-Dame otra.

Ante la petición de Isabel, Lázaro buscó con el tacto otra cereza (las preferidas de Isa), seleccionando la que creía más sabrosa. Arrancó con dos dedos el rabillo, depositándola con sus dedos entre los labios de Isa.

-Supongo que a nadie se le ocurrirá venir, ¿no?

- A esta casa ya no viene nadie.

-Menos nosotros – sonrió Lázaro.

-Será nuestro secreto.

- Por supuesto.

Isa y Laza permanecieron en silencio.

- ¿Se lo has dicho a alguien? – preguntó ella.

-Sólo a Hugo. ¿Y tú?

- A Ángeles.

Volvió el silencio.

Isa intentó puntería escupiendo el hueso de la cereza a la taza del water, abierta para la ocasión.

Falló.

- Al menos esos dos, saben guardar un secreto – bromeó Isa.

- Sí,claro, ja ja.

-¿Cómo te lo pasaste ayer con estos dos?

- Muy bien – respondió Lázaro -. Al principio me asustaba un poco la idea.

-¿Ah, sí?

- Sí. Ya sabes. Mi exnovia, mi novia y el exnovio de mi novia, conmigo, los cuatro solos... supongo que sabes a qué me refiero.

- Sí, claro que sí. Perfectamente.

-Pero se me pasó enseguida – sonrió Lázaro -. Me lo pasé muy bien.

- A mí Olga me parece muy buena chiquilla.

- A mí también.

- ¿Y Josele?

-¿Qué pasa con él?

-¿Siempre te había caído tan bien?

-Sí... bueno, no.

-¿No?

-Supongo que al principio sí.

- ¿Y luego?

-Salió contigo.

Isa permaneció en silencio.

-Pero a ti te gustaba otra.

- Sí, es verdad. O eso al menos creía.

-¿Ah, sí?

-Sí.

-¿Y..?

-Supongo que, en verdad... te quería.

- ¿De verdad?

Senda de perdiciónWhere stories live. Discover now