XII

4 0 0
                                    


-Hola– saludó Lázaro.

-¡Hola! – respondió la chica que estaba sentada en el despacho de Josan.

- ¿Y Josan?

- No ha podido venir hoy – respondió la muchacha.

La chica, guapa, castaña con el pelo largo, de lindos y alegres ojos marrones, le resultaba familiar de algo a Lázaro. Se levantó y se acercó sonriendo al paciente-cobaya del futuro fantasmatólogo.

Sonreía con los labios y con los ojos. Su cara, limpia y serena, parecía reflejar la ilusión y la emoción de quien recibe al fin el regalo que esperaba.

- Tú eres Lázaro – afirmó la muchacha señalando con el dedo. Su voz sonaba como la alegre carcajada de una niña.

-Sí.

- Yo soy Laura – se presentó la chica, de pie frente a Lázaro, apoyada contra la mesa, posando la mano en el pecho.

Lázaro estaba confuso.

- Soy la ayudante de Josan.

- ¿Y dónde está él? – "¿Ya tiene ayudante?"

-Está en Madrid, tenía que asistir a una conferencia, pero no se lo dijeron hasta ayer, ya de noche. No pudo avisarte. Además, quería investigar un par de cosas.

-Vaya... pues tenía que hablar con él.

- Sí,eso me dijo – respondió Laura, con una sonrisa -. Me dijo que me dejaras el diario de estos días. Yo se lo daré luego. Ya te llamará para quedar otro día.

-Vaya... – dijo Lázaro. Extendió el fajo de papeles grapados por la esquina y se lo entregó a Laura.

-Vale – dijo la chica -. ¿Puedo ayudarte en algo?

- ¿En qué instituto estudiaste?

-¿Cómo? –. Con una sonrisa de sorpresa, Laura seguía mirando al hombre tatuado.

- Es que tu cara...

- En el mismo que tú – respondió Laura.

Lázaro golpeó la palma de su mano izquierda con el puño derecho. Luego,con la misma mano, la señaló.

- ¡Ya decía yo que me sonabas de algo!

-Estaba un curso por debajo de ti – añadió Laura, sonriendo -.Pero no sabía que te hubieses fijado.

Lázaro sonrió.

-¡Qué casualidad! – exclamó.

- Sí,bueno... – Laura bajó la mirada -. ¡Siéntate! Así hablamos delos viejos tiempos. Lázaro aceptó.

-¿Qué tiempos? – preguntó Lázaro -. Si ni siquiera te conocía.

- Ya,pero pudimos habernos conocido – dijo Laura sonriendo -. Hablemos de los viejos tiempos que nunca fueron.

"Los viejos tiempos que nunca fueron..."

-Lamenté mucho saber que caíste en coma.

Lázaro estaba cada vez más mosqueado, aunque alegre, en cierto modo. Algo subido de ego.

- ¿De verdad?

- Sí.Bueno, ya sé que nunca hablamos por aquella época, pero yo te tenía... muy presente.

- ¿De verdad? -. Lázaro se sentía algo incómodo, pero le gustaba.

- Sí,bueno, ya somos adultos. Tú me gustabas – confesó Laura con una pícara sonrisa.

Senda de perdiciónWhere stories live. Discover now