18- "Comunicaciones"

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Aproveché que debía hablar con su familia para darme una ducha; antes no lo habría hecho porque deseaba estar en el momento exacto en el que se despertara.

Tras un almuerzo suculento,(unas papas gratinadas con salsa que le resultaron deliciosas y unas presas de pollo) podría decir que si moría ahora mismo, lo haría contento por haber alcanzado la felicidad.

Normalmente, solía ir por la vida con el mismo estado de ánimo todos los días; entraba a la oficina sonriente dejando mis problemas por detrás, dispuesto a que cada jornada laboral me sorprenda con nuevos proyectos y nuevas ideas. Trataba a todos amablemente, pocas veces me sacaba de las casillas o tenía discusiones que requerían de un llamado de atención violento y desagradable. Como habría sido el caso de Gerard.

Tras mucho insistirle a Lily, logré que fuese ella misma la encargada de rescincidir su beca, marcando su foja académica de por vida. La idea de tenerlo en frente mío, imaginando las palabras horrendas y bajas con las que se habría dirigido a Lucero, me causaban náuseas. Si le rompía la nariz, la "sacaría barata" como decía la pequeña ninfa de ojos hechiceros, y yo no estaba dispuesto a arruinar mi reputación por ajusticiar a un idiota de semejante envergadura.

Me enjaboné con el gel de ducha, cerrando los ojos, imaginando cada recóndito sector del cuerpo de mi muñeca de porcelana; me entregaba todo de sí plenamente, se abría a mi sin tapujos, y me sentí una mierda por seguir silenciando.

Pero un alma tan noble no merecía verse sometida a mis fantasmas. Bastante tendría con los suyos como para sumarle ajenos.

De momento, disfrutaría aquella intimidad arrebatadora a la que me sometía; luego buscaría el modo de quitármela de la cabeza. Arrancar mi corazón para que dejase de latir por ella, o desechar mis pulmones para dejar de inspirar su perfume, no eran opciones válidas...aunque de hecho ninguna lo sería.

Era hermosa, por dentro y por fuera; no me pedía nada a cambio, solo sinceridad. Y yo no podía dársela por completo. Tiempo...tal vez con el tiempo podría...

Me enrollé el toallón en la cintura y me paré frente al espejo.

Recorrí visualmente cada una de las cicatrices; cada uno de los recuerdos de mi escasa valentía. Había fallado groseramente como amigo, como persona. La triste figura de Selene gritándome las peores canalladas del mundo, se agolpaban en mis oídos como dagas punzantes.

Apoyé mis codos en el lavatorio, refregando mi frente con la yema de los dedos, deseando olvidarme de todo.

Inspiré profundo; no podría ser nunca quien deseaba ser; un joven despreocupado, alegre y feliz duante todo el día. Porque era dueño de una doble personalidad; era dos hombres en uno, y esa dualidad me atomentaba.

El Felipe exitoso, resuelto y dominante, se contraponía con el Felipe perturbado, indeciso y perdedor. Mi corazón comenzó a latir fuerte, con el pánico azotando mis costillas sin piedad.

Miré al techo buscando una salida, pidiéndole al cielo que me diese la oportunidad de rehacer mi vida lejos de mis recuerdos dolorosos y crueles.

Enfundando en un malestar habitual, una risa divertida se acoplaba en mi sala de estar con cada uno de los muebles que había allí. Como el canto de una sirena, la melodía dulce de su alegría colmaba mi alma por un instante y aquel miedo, parecía evaporarse.

Cerré los ojos, y desde la lejanía que nos separaba, vino a mí su aroma.

¿Y si ella era mi verdadera salvación? Mi pedido, mi ruego, fue desmedido, lo sabía, pero estaba desesperado por que se quedase. La necesitaba conmigo, entre mis brazos. Y ella habría accedido. La culpa rondaba mi cabeza; yo no era hombre para ella.

"La elección de una valkiria" - (Completa)Where stories live. Discover now