25 - "Oratoria"

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Milán no era wau...¡¡¡sino súper súper wau!!! Y no solo eso, el Palacio Parigi, era majestuoso por donde se lo mirara.

— Se te caerá la mandíbula— rió Felipe al ver mi cara embobada cuando bajamos del taxi que nos condujo del aeropuerto al Hotel. Lujo, confort, gusto refinado...wau a la décima potencia.

Lógicamente Felipe se habría encargado de la reserva, siempre tan detallista en ese aspecto, pero esta vez se había pasado. Un botones se encargó de nuestro equipaje, llevándolo directamente a la suite que mi jefe, ya conocía por fotos.

Mi cuello no dejaba de girar antes semejante sitio, yo habría recorrido hoteles caros y de buen gusto, pero este era...distinto...

Y decir que la habitación no encajaba en esa descripción, era mentir.

— Supuse que pedir un solo cuarto estaría bien...si quieres podemos reservar otro contiguo— sugirió dudando de que quisiese pasar la noche con él.

— No, Felipe—agarré su mano al momento de entrar al cuarto— . Quiero que estemos juntos.

Creo que de a poco llegaba el momento de no ocultarnos; tenía inclinada la balanza hacia la decisión de quedarme en París por 6 meses más, en el caso que Lily me lo propusiera. Cuando estuve con mi madrina, a solas, en el departamento de Felipe, hablaríamos del tema. Y como su opinión siempre me importaba, consideré de gran valor aquello que tuvo para decirme.

Tenerlos allí me habría dado la energía suficiente para seguir adelante, pensar en mi carrera y en lo que siempre soñé; y no solo eso, me hizo valorar el esfuerzo de Felipe en pos de mi felicidad. Sin embargo, aun no conocía todo de él...faltaba desenmascarar esa turbia y oculta faceta que oscurecía sus bellos ojos.

— ¡Esto es demasiado...!— chillé en voz alta cuando estuvimos sin la compañía del muchacho que nos ayudaría con nuestras cosas. Me quité el abrigo, lo colgué y me dediqué a inspeccionar cada detalle de aquella suite imponente.

Una pequeña sala de estar al entrar a la suite exhibía unos cuadros con remarco labrado en color oro, y muchos adornos florales. La cama con gran respaldar de cuero y tachas doradas, las telas pesadas de los acolchados y las fundas de los almohadones...la pequeña terraza en el balcón con un juego de mesa y silla de hierro trabajado, todo, absolutamente todo era sobrecogedor y glamoroso.

— ¡Hay masas finas! — dije asombrada abriendo la boca más de la cuenta — , ¿puedo? —pregunté pidiendo permiso.

— Por supuesto...hemos pagado cada centavo de esta habitación.

— Mmm de chocolate...mis preferidas—degusté aquella pequeña pizca de cielo en mi paladar— , ¡exquisito! — Felipe parecía disfrutar de cada expresión de mi cara— . ¿Te alojaste acá cuando viniste con Enzo y Kenny? — curioseé prosiguiendo con mi caminata.

— No...no querían compartir esta cama — respondió sarcásticamente, mofándose con un juego de palabras.

— Voy a terminar pensando que Gerard por algo decía lo del juego de a tres—guiñé mi ojo, no me iba a quedar atrás.

— Buen punto Lucero—avanzó hacia mi como un puma salvaje— ; lo cierto es que quería que nuestra estadía aquí sea especial — pasó su brazo por detrás de mi espalda, arrinconándome hacia él. Podía oler su perfume exquisito...mmm...casi tanto como la masita que acababa de comer...¡No!...su aroma era más rico—  Por eso reservé la mejor suite...para la mejor mujer — su rapto de sinceridad y cursilería me abrumó, haciéndome sonrojar.

"La elección de una valkiria" - (Completa)Where stories live. Discover now