31 - "Visitas inesperadas"

2.9K 346 35
                                    


De regreso al hotel, su cara adolescente expresaba gratitud, sorpresa, emoción. Su sonrisa no dejaba de fluir por su piel, estaba encantado. Me abrazaba, besaba mis sienes, avanzábamos de la mano esquivando personas...era pura felicidad.

Como yo.

¿Pero sería un sueño?¿Tendría esto fecha de vencimiento?

El dilema comenzó a hacer mella en mi cabeza. ¿me quedaría en París apostando a la posibilidad de que me contratasen por un período de tiempo más extenso? ¿Seguiríamos incursionando en esta nueva aventura romántica que me proponía Felipe?

Hasta hacía una semanas atrás todo parecería definido...hoy en día nada estaba claro.

Sin duda tendríamos que definir ciertos puntos y comprender que como todas las elecciones de la vida tenían sus pros y sus contras, era parte del proceso de maduración que tendría que atravesar.

Decir que acababa de conocer amor de mi vida sin buscarlo no era para nada exagerado; se había incrustado en mi piel, hecho piel de mi piel. No me imaginaba que fuese posible un futuro sin él a mi lado; sin su sonrisa, sin sus ojos iluminándome en mis días de oscuridad.

La propuesta de Lily era una posibilidad latente, deslizándola en Berlín; aun asi dependíamos de la decisión definitiva por parte del jerarca de Studio Rondeau y de la poca o mucha influencia que su sobrina Selene tendría en él.

Y yo, claramente, no era de su agrado.

Correteando por el pasillo del hotel, en la habitación entramos dos para fundirnos en uno solo.

Sentada en su regazo, él me abrazaba con fuerza, en un agradecimiento mudo. Desnudos completamente, mecía mis caderas de arriba hacia abajo, poseyéndome, diciéndome que era mío y yo, suya. Besaba mi pecho, lamía mi cuerpo nutriéndose de su savia, de su perfume.

Depositando un beso rasposo por mi cuello, gemía en mi oído, envolviéndolo de una loca pasión y fuego. Nos perteneciamos, el uno al otro.

Mis pechos comprimidos contra su torso rozaban la suave mata de vello que lo cubría; encendiendo aun más la chispa entre nosotros.

Sus largos dedos se adueñaban de las hebras de mi pelo, enredádose en ellos, tironeándome hacia abajo en virtud de acceder a mi garganta caliente. Rebotábamos en el colchón dando pequeños saltitos; me cogía duro, haciendo polvo cada hueso de mi cuerpo. Mis muslos chocaban contra los suyos, emulando un chasqueo delicioso, haciendo de mis piernas dos cuerdas colgantes.

— ¿Estás...cansada?—exhaló agotado, sin abandonar mis ojos.

— Un...poco...— asumí robándole un beso.

Diligentemente dejó de moverse, para tomar mis pies, levantarlos y enredar mis piernas en su cintura; clavé mis talones en su culo rígido. Giramos en una vuelta coreografiada y sin perder contacto, seguimos nuestra contienda en la cama, con el encima de mí, embistiéndome como hace cuatro meses venía haciendo. Conocía mi cuerpo mejor que yo; la intimidad de su contacto era terreno minado, estallaba con solo soplarlo.

Éramos una madeja de lana; él empujaba aminorando su ritmo, degustando cada entrada y salida tortuosamente disfrutando ver cómo perdía mi cabeza. Mis uñas marcaban territorio en sus omoplátos, nadie más que yo tendría acceso a su piel ni a cada centimetro de él. Nos lo juré en silencio.

Con el gemido de un aluvión extrasensorial recorriendo la parte alta de mi vientre y a punto de salir de mis cuerdas vocales, fue ejecutor de un último empujón asesino. Bordeó mi oido con su lengua extrañamente quieta esta noche.

"La elección de una valkiria" - (Completa)Where stories live. Discover now