Compras, viajes y propuestas inesperadas

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Harry, Ginny, Ron y Hermione acaban de llegar a la Madriguera para cenar, - Como supiste donde vives tus tíos? - le preguntaba Hermione

- Recuerdas la carta que recibí esta mañana? me la envió Dedalus Diggle el era el guardián del secreto y por eso pudimos llegar. Según me dijo, mañana levanta el encantamiento Fidelius aunque me da igual, no es necesario. Igual por eso decidí ir hoy mismo a sanjar el asunto - Contestó Harry.

Durante la cena, le informaron a los Señores Weasley que Hermione y Ron partirían al día siguiente hacia Australia. Harry y Ginny se quedarían a disfrutar el día, además de visitar Hogwarts para la charla pendiente que tenía Harry con la Profesora McGonagall.

Cuando se fueron a acostar, Harry metió las cajitas que sacó de su bóveda en su baúl, justo antes de que Ginny entrara con una pijama de dos piezas que acentuaban su figura. Harry tuvo que utilizar toda su fuerza de voluntad para evitar saltar sobre su novia.

- Ginny, aún no me cambio. - Dijo Harry sonrojándose. -¿Podrías salir un momento para ponerme mi pijama?

- Es mejor que te acostumbres, Harry. - Dijo Ginny seductoramente. - Cuando seamos marido y mujer, no voy a salir de la habitación cuando te cambies

Si Harry estaba sonrojado antes, ahora estaba del color del pelo de Ginny. Se dio la vuelta y comenzó a desvestirse, quedando en unos calzoncillos viejos que habían sido de Duddley, la única ropa que no le devolvió a tío Vernon, pues aún no había comprado ropa nueva. Tenían agujeros en algunas partes y le quedaban flojos. Harry los sostenía con una mano mientras con la otra se ponía el pantalón de la pijama.

Ginny no podía creer lo que veía. Nunca habría creído que Harry tuviera ropa en tan mal estado, y ella y Ron preocupándose por unos cuantos galeones en su niñez cuando Harry no tuvo algunas veces comida, ropa o amigos. Ella se iba a dedicar a cambiar eso. Mañana irían de compras antes de ver a McGonagall.

Harry terminó de ponerse su pijama, y se volvió a Ginny con la vista hacia abajo, avergonzado de que hubiera visto el tipo de ropa que llevaba, pero ella se acercó y le levantó la cara para verlo a los ojos. Con un solo beso, declaró que no le importaba cómo vistiera, sino cómo era él. No podías juzgar un dulce por la envoltura, sino por su sabor, su dulzura. Y era dulzura lo que Ginny sentía en los labios de Harry.

En la otra habitación, una preocupada Hermione hacía su equipaje para viajar en unas horas para recuperar a sus padres, mientras Ron no dejaba de tratar de tranquilizarla.

- Vamos Hermione, estoy seguro de que están bien. - Dijo Ron viéndola pasar con un par de pantalones en la mano. - Eres la mejor bruja que he conocido. Creo que tu hechizo desmemorizante funcionó y ellos están a salvo.

- No. No. Estoy segura de que me van a matar. - Dijo una preocupada Hermione. - Nunca debí hacerlo. Nunca había estado en contra de mis padres.

- ¡Hermione, basta! - Dijo Ron poniéndose de pié. La tomó de un brazo y la volteó hacia el. - Escucha. Era la única forma de mantenerlos a salvo. Tu misma lo dijiste. Al ser amiga de Harry Potter, los mortífagos irían por ti y torturaría y matarían a tus padres para sacarles información.

- Creo que tienes razón. Pero espero que no estén enojados cuando les devuelva la memoria. Y espero no estropear el hechizo para hacerlo, de lo contrario, quedarían como los padres de Neville.

- No creo que eso ocurra. - Dijo Ron besando tiernamente su frente. - No con la bruja mas maravillosa y talentosa que conozco.

- Gracias Ron. - Dijo Hermione apoyándose en su pecho. - Te amo.

- Y yo a ti.

Al día siguiente, Hermione se despertó presurosa para afinar los últimos detalles de su viaje. La señora Weasley les preparaba varios bocadillos para que no pasaran hambre en caso de no encontrar a los señores Granger el mismo día.

Harry Potter, viviendo tras la guerra.Where stories live. Discover now