Harry Potter, viviendo tras la guerra.

¡Padrinos!

- ¡HERMIONE! - Exclamó la dentista dejando de examinar a Ron y volviéndose hacia su recién reconocida hija.

- Mamá - Dijo Hermione corriendo hacia ella con lágrimas en los ojos. - Mamá, lo-lo-lo siento tanto.

- Hermione, ¿cómo pudiste hacernos eso? - Dijo su madre abrazándola y comenzando también a llorar. - Nos prometiste que no nos harías magia a tu padre y a mi.

- Lo se, pero no se me ocurrió otra forma de mantenerlos lejos. - Dijo Hermione

- ¿En donde estamos? Este no es nuestro consultorio, aunque se parece mucho.

- En Australia. - Dijo Hermione en voz baja. - Es el primer lugar que se me ocurrió para mandarlos que estuvieran a salvo de los mortífagos y los dementores porque es muy soleado y caliente.

- ¡TU PADRE! - Dijo de pronto la señora Granger. - ¿No lo sabe aún?

- No mamá - Le respondió Hermione secándose las lágrimas. - Solo a ti te quité el hechizo. A papá aún no lo veo.

- Cariño, ¿qué sucede? - Dijo un hombre en bata de dentista saliendo de una puerta. - ¿Por qué tanto ruido? No puedo examinar a la señora Roberts.

- Lo que pasa es que este joven llegó con mucho dolor y su amiga no pudo mantenerlo quieto para que yo lo examinara. - Improvisó la señora Granger mientras Ron volvía a su actuación.

- Aaahhhh, mi huela me huele muxo. - Fingió Ron.

- ¿Podrías detenerlo para examinarlo?

- De acuerdo, pero tiene que ser rápido. - Dijo el Señor Wilkins. - No puedo tener a la Señora Roberts con la boca abierta toda la mañana.

El señor Wilkins tomó a Ron por detrás mientras la señora Granger hacía como que lo revisaba. Mientras tanto, Hermione se posicionaba detrás de su padre y repetía el hechizo que utilizó con su madre.

El padre de Hermione comenzó a aflojar sus brazos de Ron, y con una cara sombría volteó a ver a su única hija.

- ¡HERMIONE JANE GRANGER! - Gritó. - ¡Estas castigada! - Dijo en un tono que a Ron le recordaba a su madre. - Ven a darle un abrazo a tu padre.

Hermione corrió a abrazar a su padre. - Papá, lo siento tanto. Pero era la única forma de mantenerlos a ti y a mamá a salvo.

- Nos hechizó y nos mandó a Australia. - Dijo la Sra. Granger a su esposo. - ¿Quieres decir que ya terminó todo? - Preguntó volviéndose hacia su hija.

- Si mamá, Harry derrotó a Voldemort.

- ¿Significa, que lo mató? - Preguntó su padre temeroso. No podría consentir que su hija se juntara con un asesino.

Hermione adivinando los pensamientos de su padre lo miró furiosa. - No papá, Harry lo derrotó sin tener que atacarlo. El solo se defendió y Voldemort acabó muerto por su propia mano.

- ¡OCORRR! - Gritó una mujer mayor dentro del consultorio.

- ¡Oh Dios! Olvidé a la señora Roberts. - Dijo alarmado el señor Granger.

- Querido, voy a cancelar todas las citas de hoy. Tenemos que ponernos al corriente en todo con nuestra hija. - Mencionó la señora Granger.

- Muy bien. - Coincidió su esposo. - Termino con la paciente y nos vamos.

El señor Granger regresó a su consultorio para terminar con la señora Roberts.

- Muy bien señora Roberts, por hoy es todo. - Dijo el señor Granger quitándole los instrumentos de la boca a su paciente. - Me temo que no voy a poder seguir tratándola. Estoy a punto de mudarme a Inglaterra, ¿sabe?. Siempre hemos querido vivir allá mi esposa y yo. - Mintió el señor Granger.