Decisiones, bienvenidas y romance.

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Si hace un año a Hermione Granger le hubieran dicho que justo ahora iba a estar terminando de empacar las pertenencias de sus padres en Australia para viajar con ellos de regreso a Inglaterra, quizá hubiera pensado que eso era muy posible. Si le hubieran dicho que la principal ayuda que estaban recibiendo era de el chico pelirrojo del que ella había estado enamorada desde 3 año en el colegio, mismo chico sangre pura que jamas había tenido contacto de mas de un ¿que es eso? con algún artilugio muggle y que ahora mismo estaba cambiando canales en el tv. Mismo aparato que habían decidido empacar de ultimo y que los señores Granger le habían regalado al ver lo mucho que le gustaba, quizá Hermione se había reído y le habría dicho a esa persona que estaba loca.

La realidad era que Ron Weasley cada día estaba mas enamorado de su hermosa castaña, por ella estaba decidido a aprender más sobre los muggles y a interactuar con los aparatos no mágicos que ellos usaban. El sabia que si quería pasar el resto de su vida junto a su hermosa sabeloto, debía convivir con estas cosas.

En días pasados cuando los señores Granger habían empezado a vender sus pertenencias de Australia pues por comodidad no podían trasladar todo, habían observado como el chico disfrutaba mucho viendo esa pantalla luminosa, como el decía al principio al aparato y le dijeron que al llegar a casa le regalarían una. Ron con una sonrisa les había dicho que si no era mucha molestia, a el le gustaría quedarse con este mismo, pues sentía cierta atracción hacia el y se había encariñado mucho. Los señores Granger no sabían que ante este aparato, su hija se había prometido en matrimonio a su novio. - No podemos llevarlo, es muy grande y delicado para ponerlo en el equipaje - decía sonriente la señora Granger - No se preocupe Señora Granger, con un poco de magia, Herms lo llevara en su pequeño bolso, ya vera como allí cabe - decía Ron con una sonrisa de satisfacción.

Hermione no podía estar más feliz, habían derrotado a Voldemort, había recuperado a sus padres y al fin ella y Ron estaban juntos y cada día mas felices.

Lo único de lo que no estaba seguro Ron en este momento era de subirse a ese trasto muggle que ellos llamaban avión.

Estaban en el aeropuerto Internacional Kingsford Smith de Sydney. Ya habían hecho pasar las maletas para que fueran subidas al monstruoso aparato. Ron estaba mas pálido que cuando jugo su primer partido de Quidditch en Hogwarts y justo ahora al escuchar los rugidos de los motores de los otros aviones que llegaban o salían estaba considerando su decisión de viajar por métodos muggles.

- Creo que mejor buscare la ubicación del ministerio de magia de aquí y solicitare un traslador - decía Ron - No se te ocurra Ronald Weasley me prometiste que no te irías de mi lado - Chillaba la castaña.

- ¿Sabes que? Ya lo decidí solicitare un traslador y mañana los alcanzare en Londres

- SI ESA ES TU DECISION NO PUEDO HACER NADA, PERO ESO SI RONALD WEASLEY NO VUELVAS A BUSCARME - Hermione salió llorando a alcanzar a sus padres. Ron tardó 5 segundos en darse cuenta del error que había cometido y salio en busca del amor de su vida quien ya había pasado la puerta de abordaje y le había dejado el boleto tirado en el piso. El chico lo recogió leyó que decía Londres y sin saber que hacer se lo mostró a la auxiliar que se encontraba en la puerta, esta lo condujo hasta su silla justo al lado de una llorosa Hermione. - Lo siento amor, es solo que estoy muy nervioso pero soy aun más estúpido de lo que pensaba al no confiar en lo que tu me dices. - Hermione miraba a los ojos de su novio mientras en el asiento de atrás, los señores Granger observaban y escuchaban atentos a los dos chicos.

- Prometo no volver a dejarte sola ni un minuto, prometo no dejarte ir sola nunca, prometo confiar más en lo que me dices, es increíble como siempre protesto y siempre tienes la razón, por 5 segundos sentí que te perdía y no pude soportar ese dolor, ahora solo te pido que me agarres fuerte y no me sueltes hasta que lleguemos a casa. - terminó Ron justo antes de que su novia le diera un beso cargado de lagrimas y le abrochara el cinturón. Tal como el le pidió, le tomo la mano fuerte y no volvió a soltarla hasta llegar a Londres.

Harry Potter, viviendo tras la guerra.Where stories live. Discover now