→ Cinco

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Los gemidos excitantes y los gruñidos leves eran los sonidos que se escuchaban en el gran salón; Shinya y Guren estaban en plena acción, disfrutando de sus cuerpos y de las sensaciones que solo ellos podían brindarse.

Te amo, Shinya... —murmuró un agitado azabache.

Y yo a ti, Guren...

Al terminar estaban exhaustos, tanto que sencillamente dejaron descansar sus cuerpos en la posición que estaban: desnudos y en la silla de dios; fue un descanso ameno —de quizá unos veinte minutos— hasta que tocaron a la puerta y nadie respondió, pues se habían quedado dormidos.

Entonces, la cabeza de Scarlett se asomó cuidadosamente dentro del salón, y halló una escena inconcebible que la dejó sin palabras.

¡S-Shinya-sama! —logró articular.

Ambos hombres se levantaron de golpe y más pálidos que la leche al ver a la angelita en frente de ellos con aquella expresión de sorpresa; los habían descubierto y eso sería malo.

¿Q-Qué esta pasando aquí, Shinya-sama? —indagó la azabache en un intento por comprender.

El albino suspiró mirando al más alto, entonces hizo un ademán con la mano que hizo que la puerta se cerrase para darles privacidad, y luego chasqueó los dedos, vistiéndose por arte de magia tanto a él como al diablo.

Scarlett, preciosa, eres una ángel muy lista, así que lo puedes comprender —empezó a decir el ojizafiro acercándose a ella—. El diablo y dios se aman, pero como sus cargos les impiden amarse en público, lo hacen a escondidas —explicó.

P-Pero, eso es... —intentó decir ella.

¿Pecado? —le interrumpió Guren, a lo que ella asintió—. Más que un pecado, es un tabú —musitó desinteresado—. Pero ese no es el caso, entonces, mocosa, hagamos un trato.

¿E-Eh?

Te daremos algo a cambio de tu silencio, a menos que quieras venir al infierno a recibir tortura por parte de Aoi —le sonrió el ojiamatista.

La ojimiel hizo una mueca pensativa hasta que halló lo que quería.

[...]

¡Pero una noche no sería malo, Mika! —chilló Yuu con fastidio.

Si vas, juro que te haré pasar la peor vergüenza existente en este mundo —amenazó el rubio mientras leía un libro que halló en el ático.

La situación era, de hecho, muy simple, solo se trataba del azabache queriendo irse a fornicar y Mika impidiéndoselo; el más bajo estaba ya suficientemente reprimido, puesto que había sido ya una semana entera de no hacer nada malo y sentía que debía equilibrar su balanza de bien y mal.

Yo soy tu ángel y único protector [MikaYuu/ReCus/KimiYoi] |Resubiendo|Where stories live. Discover now