→ Diecisiete

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Shiho-san... —susurró sorprendido Yoichi.

Para cuando Kimizuki se dio cuenta de lo que su cuerpo había hecho casi por su cuenta, el humano que estaba a su cargo lo veía embelesado, con sus ojitos brillando y sin pronunciar palabra alguna; sintió que quería que Guren abriera un portal para que el Infierno se lo tragara y no tuviera que pasar tal vergüenza.

Sus pómulos se pusieron casi del mismo tono de su cabello, casi era un algodón de azúcar de lo rosado que se veía su rostro; intentó llevar una de sus manos hacia su cara para ocultarla, pero esta fue agarrada en el aire por el castaño, que continuaba viéndole sin decir nada.

Yoichi no podía creer que su ángel le hubiese besado, y más, no se creía que su corazón quisiera salir de su pecho por lo rápido que latía, ni que todo su cuerpo tuviera ligeras sacudidas; ¿acaso Narumi lo hizo sentirse así alguna vez? La respuesta era bastante simple: no. Conque así se sentía que te gustara alguien de verdad y no solo por como te hacía sentir en la cama.

Yoichi, lamento eso, hagamos de cuenta que eso nunca pasópidió el más alto aclarando su garganta.

Siendo sincero, el ojioliva no lo escuchó, estaba más ocupado pensando en lo bien que se sintió aquel beso, y en la maravillosa sensación que su mano apretada con la de su ángel le provocaba; el pelirrosa le miró nuevamente tras decir aquello, y apenas pudo procesar el ligero pero firme jalón que le dio el más bajo.

Apenas notó que se estaban besando otra vez cuando sus manos envolvieron la delgada cintura del humano; tuvo que controlarse con todas sus fuerzas para alejarse, y a duras penas pudo hacerlo unos cuantos centímetros.

—Y-Yoichi, yo no puedo hacer esto...

Shiho-san, con usted se siente diferente todo... —susurró embelesado.

 —susurró embelesado

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Mika...suspiró Yuu en medio del contacto, por lo que fue callado.

La dichosa recompensa había terminado en una interesante sesión de besos no apasionados pero tampoco inocentes, simplemente con sus labios fundiéndose una y otra vez entre sí, de forma constante, acariciándose cual amantes que se deseaban mutuamente; y aún así, no había una caricia corporal por medio, tan solo ósculos cargados de sentimientos inexplorados que no deseaban expresar verbalmente por el momento.

El azabache no decía nada, además, no era como si quisiera hacerlo, solo dejaba que su ángel lo guiara en esa danza que a él le gustaba y que normalmente guiaba, pero por esta vez, se sentía mejor ser consentido que consentir; no quería separarse de él nunca, al punto de olvidarse casi totalmente de que anteriormente jamás se hubiese visto en los brazos un hombre.

Por otro lado, Mikaela pensaba sobre lo que sucedería tras parar de besarse, sabía que tendría que irse, y aunque quisiera quedarse más, eso no iba a ser posible, pero por lo pronto solo disfrutaría del delicioso contacto; no pensó que una propuesta hecha por diversión y ganas de molestarlo iba a terminar en tan excitante sensación, pero estaba bastante interesado en el desenvolvimiento de la situación.

Yo soy tu ángel y único protector [MikaYuu/ReCus/KimiYoi] |Resubiendo|Where stories live. Discover now