Un inesperado giro en la vida de Igal lo lleva al norte del país buscando encontrarse consigo mismo después de haber vivido una turbulenta relación afectiva. Su exmujer le impide el contacto con su única hija y a ello se suma el hecho de haber descu...
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La visita al neurólogo no fue tan tranquilizadora como Fher esperaba, pero acudir a esa consulta era lo más correcto que ambos podían haber hecho, sobre todo ahora que estaban conviviendo con tantos tumultos. El muchacho no podía creer que no hubiese un tratamiento efectivo para ese estado que había turbado a su novio la noche anterior y que el especialista definió como «parasomnia». Igal sabía que durante la infancia había tenido episodios de ese estilo —muy comentados en su familia, a veces incluso como parte de alguna gracia— pero pensaba que no le volverían a suceder. Estaba intrigado, pues ahora que Fher vivía con él, pudo captar el problema y ¿qué tal si tuviera a menudo y nadie lo sabía? De todos modos, la intranquilidad del joven por su salud y la exigencia de contar con una opinión médica inmediata le dieron certeza de que Fher lo quería y se preocupaba por él. Entonces, ¿cómo hacer lo que estuviera a su alcance para demostrarle el mismo interés y ayudarlo en lo que se le venía?
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A Fher, que como se imaginan realmente existe (aunque su nombre verdadero no es Fher) una amiga, que casualmente es Ludo (pero que en realidad tiene otro nombre) lo llama "Harry Potter". Vaya que se las traía ocultas este muchachito. Un ritual wiccano en plena torre Incone. ¿Los dioses realmente habrán escuchado el pedido? Los leo yo ahora...
