Capítulo 01

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Fue fácil enamorarme de Liam, me emocionaba cualquier cosa que viniera de él, aunque fuera la más tonta e insignificante. Si él decía «vamos», yo iba sin dudarlo ni un segundo; si decía «haz esto», yo lo hacía sin rechistar. Me dejé envolver por esa inocencia de niños, creyendo que los dos estábamos en el mismo canal, que queríamos lo mismo.

Un día salí de la escuela corriendo, buscándolo entre el gentío para que nos fuéramos juntos a casa como cada día. Lo encontré en medio de un tumulto de estudiantes, era fácil localizarlo debido a su estatura y su cabello claro. No tuve que acercarme demasiado para darme cuenta de lo que estaba pasando, y de por qué muchos lo observaban con curiosidad. William estaba besando a una chica, me detuve en seco y dejé escapar el aire de mis 

pulmones como si me hubieran dado un golpe en la boca del estómago. Ahí estaba él, besando a otra; y ahí estaba yo, observando a pesar de que dolía.

Tragué saliva para aligerar el dolor quemante que comenzaba a crecer en mi garganta, mis ojos se llenaron de lágrimas, quería correr y esconderme en el baño o gritarle para que la soltara, cualquier cosa menos eso, ¿por qué no se quitaba? Sin embargo, no hice nada, solo miré cómo se iba con ella sin preocuparse por mí, sin siquiera comprobar si yo estaba mirando.

Ese día me fui sola a casa, fue la primera vez que lloré por Liam; la primera de muchas. Cuando llegué, mi madre me recibió en la puerta con los brazos puestos en jarras, me señaló con su dedo índice y movió la cabeza en señal de desaprobación. Mis padres tenían una comida muy importante, los socios ya estaban en el comedor, me obligó a borrar los rastros de mis lágrimas y me dijo que tenía que parar pues la gente no debía darse cuenta de que había llorado, nadie nunca podía verme derrotada. Terminé confesándole mis sentimientos por mi amigo, el hijo de los amigos de mis padres, nunca me he arrepentido tanto de algo.

Por semanas William me ignoró, caminaba por los pasillos de la escuela con esa chica a su lado, no me saludó ni una sola vez, no me sonrió, era como si yo no existiera, como si fuera un fantasma, solo un recuerdo de lo que habíamos sido alguna vez. Me sentía tan triste que, cuando un día llegó y me pidió una cita, no me detuve a pensar qué estaba ocurriendo. Le dije que sí, mi madre me ayudó a peinar mi cabello y a aplicarme brillo labial, me dijo que usara el vestido azul a pesar de que yo quería usar uno negro.

Empezamos a salir, pronto lo hicimos formal, no me di cuenta, o más bien no quise ver que a Liam le costaba tratarme como algo más que una amiga. Un día se derrumbó y me confesó que sus padres lo habían obligado a terminar con su novia porque querían que saliera conmigo, que me adoraba, pero no como yo lo hacía. Le pedí que me dejara porque no era capaz de hacerlo, me lastimaría más de lo que ya estaba.

—No puedo, ellos me lo han ordenado, Hannah —dijo él con el timbre ronco, aguantando las ganas de llorar.

Me dolió en el alma que no estuviera conmigo por amor, me sentí mal y le dije a mamá que lo dejaría. Aseguró que todo estaría bien, que a veces los chicos necesitaban hacer locuras antes de quedarse con la persona que de verdad amaban, mi madre me pidió que tuviera paciencia porque todas las mujeres debíamos ser constantes si queríamos enamorar a alguien. Ella se veía feliz con papá, ¿eso había hecho ella? Tomé ese consejo porque creí que era bueno, después de todo era una niña que pensaba que su madre tenía la razón en todo.

Química imparable © (AA #2) [EN LIBRERÍAS]Where stories live. Discover now