Capítulo 24

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BASTARDO

* * *



—Teníamos que haber ido a la enfermería, no sé en qué estás pensando, no dejas de sangrar, al menos vamos al hospital —digo atropelladamente mientras él maneja—. ¡Ya sé! ¡Vamos con tu madre! Ella te curará y será...

—Tranquilízate —interrumpe. Suelta una risita, él está relajado mientras yo estoy a punto de comerme las uñas—. Solo son golpes, no me voy a morir.

Llegamos a su casa, tan pronto entramos Oliver sube corriendo las escaleras, me limito a seguirlo después de cerrar la puerta de la entrada. Busco su habitación, al principio no lo veo en la alcoba, él está en el baño, por lo que me dirijo ahí.

Lo observo desde el umbral, se limpia la sangre con agua, luego enrolla papel en su mano, se cubre la nariz y echa la cabeza hacia atrás. Tarda minutos en detener el sangrado, no se queja ni una sola vez. Doms obtiene de un cajón una pomada.

—Deja que te ponga el ungüento —me apresuro a decir. Me da una corta mirada antes de asentir.

Me siento en la encimera del lavabo para alcanzarlo y que no tenga que inclinarse. Mientras abro el pequeño contenedor, agarra mis rodillas para separarlas, se coloca entre mis piernas. Tiene una marca en el pómulo, esparzo el árnica en su piel con mucha suavidad.

—Lo siento —susurro.

—Yo no, me encanta la idea de él retorciéndose —dice. Deja caer las manos en mis muslos, estamos muy cerca, su aliento sopla en mi cara, tengo que esforzarme si no quiero que mis dedos se pongan a temblar—. Eres especial, solecito, y ese hijo de perra hizo que pensaras lo contrario durante mucho tiempo, el estómago se me revolvía cada vez que lo veía tratándote mal en los pasillos.

—Él no se va a retorcer porque nunca me quiso —digo sin despegar los ojos del área afectada, le va a salir un moretón.

—¿Sabes qué creo? Que te adora y le encantas, pero no era el tiempo correcto para tener una relación formal. Soy chico, la gran mayoría de los adolescentes quieren tetas, culos y sexo. Si sus padres no se hubieran metido entre los dos, Liam habría madurado y aceptado lo que siente por ti tarde o temprano. —Mi ceño se frunce. La piel de Oliver es muy suave y huele muy bien.

—No lo sé, ya no importa de todas formas —digo al tiempo que termino de untar la crema. Cierro el frasquito y lo hago a un lado—. Me lastimó, no quiero ser la chica que le perdona todo, que hace lo que sea con tal de agradarle. No quiero ser mi madre, Oliver.

—Todavía lo amas, Han —asegura. Suelto un suspiro profundo que hace que mis hombros se hundan. No es tan sencillo, a veces creo que le guardo tanto rencor que nunca podré perdonarlo.

—Ya no es lo mismo, en todo lo que pienso cuando estoy con él es en esas chicas, sus palabras hirientes se reproducen en mi mente como si fueran una grabación. —También pienso en Oliver, pero eso no lo digo—. No quiero eso para mí.

Esboza una sonrisa y deposita un beso en la punta de mi nariz, acto seguido, me ayuda a bajar del lavabo.

Aprovechamos el día y nuestras faltas a clases, saca sus apuntes y me dedico a explicarle más temas de Matemáticas y Física. Pasado el mediodía, se escuchan ruidos en la planta baja.

—Aquí vamos —suelta a él al tiempo que se echa hacia atrás, se recarga en el respaldo y sonríe de lado. La puerta se abre de golpe causando un estrépito al rebotar en la pared.

—Mamá compró pizza, perro, baja si no quieres que... —La voz guarda silencio. Oliver y yo nos giramos sincronizados y observamos al chico que se ha quedado estancado contemplándonos. Es el hermano de Doms, el mismo que vi el otro día en el cuadro de la sala. Veo la confusión en sus ojos, su vista se desvía hacia algo atrás de nosotros. Sus párpados se abren por la sorpresa—. ¿Quién es y qué carajos están haciendo?

Química imparable © (AA #2) [EN LIBRERÍAS]Where stories live. Discover now