Capítulo 19

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El día siguiente espero que la enfermera de recepción se distraiga, papá lleva más de una hora en la habitación de mi madre, no voy a seguir esperando, quiero estar con ella. Mi padre no me responde cuando le pregunto por qué no me deja pasar, pone pretextos y estoy cansada. Sé que está consciente, pronto la trasladarán al área de psiquiatría, necesito verla antes o, de lo contrario, no podré hacerlo hasta dentro de unas semanas.

La enfermera contesta el teléfono y se agacha para buscar algo en las cajoneras, me pongo de pie como un rayo, camino por el pasillo dando zancadas. Escuché a los padres de Liam conversando el otro día, conozco el número de su cuarto. Cuando veo la cifra en la puerta me siento mejor, me daba miedo perderme y hacer el ridículo.

Un grito me detiene, ¿están peleando? Apresuro el paso, decidida a pedirles que se detengan, no es posible que discutan en momentos como este, mamá necesita tranquilidad para reponerse y salir de la depresión.

Tan pronto me ven en el umbral se quedan callados, los ojos de papá se llenan de preocupación. Mi madre está recostada en una camilla con una sábana cubriéndola hasta las rodillas, sus puños están apretados, está roja y aprieta la mandíbula con lo que creo es enojo. He visto furiosa a Louise muchas veces, sin embargo, en este momento su mirada me aterra, creo que si pudiera golpearía a papá.

Un mal presentimiento se asienta en mi pecho.

—¿Qué está pasando? —pregunto.

—Nada, cariño, solo una discusión que ya ha terminado. —Tan pronto lo dice sé que está mintiendo, me están ocultando algo, ¿mi madre está enferma? No entiendo todo el misterio.

—¿Nada? —cuestiona Lou entre dientes—. ¡¡Anda!! ¡¡Dile a tu hija la clase de hombre que eres!! Díselo para que entienda mi dolor.

—Tranquilízate, Louise, piensa muy bien lo que estás haciendo. —Su contestación aumenta mi nerviosismo. Él me da una mirada y luego se concentra en mamá, quien no puede dejar de arrojarle veneno con los ojos.

—Estoy harta, Eugene, no voy a soportar que pases más tiempo con tu otra mujer.

—¡Cállate! Estás fuera de control, está Hannah, Lou.

—¡¡Que se entere!! —grita—. ¡Que toda la ciudad sepa que tienes otra familia y que cuando te largas es para pasar tiempo con ellas!

¿Ellas?

Siento que el aire me falta, que la oscuridad se cierra a mi alrededor. Mis rodillas fallan, tengo que agarrar el marco de la puerta para no caerme, cierro los párpados por un minuto, esperando despertar, sin embargo, no es una pesadilla. Mi corazón late demasiado rápido, hay dolor en mi pecho, es como una punzada que me dobla a la mitad. Quiero vomitar, todo me da vueltas.

Química imparable © (AA #2) [EN LIBRERÍAS]Where stories live. Discover now