Capítulo 37 (final)

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UN AÑO DESPUÉS


Empujo los lentes por el largo de mi nariz, doy golpecitos en la mesa con mi lápiz sin dejar de observar la silueta.

Era tan mala dibujando que tuve que tomar un taller de dibujo, los primeros semestres tenemos que utilizar las técnicas que los maestros solicitan, así que no puedo usar recortes ni otra cosa que no sean los trazos. Mejoré un poco, solo un poco, mis dibujos siguen pareciendo jirafas escuálidas, me quitan puntos en la calificación por ello.

Las chicas están sentadas también, Aisha está cenando cereal con leche y Kealsey no para de hablar acerca de una fiesta, aparentemente genial, que harán en su trabajo. Keals no ha conseguido una beca, encontró un empleo en un bar en el que recitan poemas y tocan canciones, ella es la estrella de la guitarra, creo que está feliz, al menos eso es lo que dice.

Hago un esfuerzo sobrehumano para concentrarme, mañana tengo que entregar un trabajo importante y estas mujeres decidieron convertirse en loros. Si a eso le sumamos el escándalo que está haciendo alguien en el piso de arriba, sería mejor irme a la calle a hacer la tarea.

—Tienes que ir, Han —dice ella—. Habrá chicos guapos, Ralph me preguntó por ti otra vez.

Ralph es un compañero suyo que me sigue a todas partes cada vez que voy al bar, es un buen chico, solo que su aire hippie y relajado no va conmigo.

—Tiene el cabello largo y usa pantalones floreados —suelto sin mirarlas, a pesar de que siento sus ojos fijos en mí. Y es verdad, no podría salir con un chico que tiene el cabello más largo que el mío y que usa ropa que también podría usar yo.

Luego la cocina deja de serlo y se convierte en un recital de los chicos a los que he rechazado que son casi todos los que me han invitado a salir. Acepté una vez ir a cenar con un tipo, él no paró de hablar de su colección de gatos de plástico, no me culpen por quedar traumatizada de por vida. No pueden decir que no lo intenté.

—Frederick usaba más gel antibacterial que jabón —empieza Keals. Esto es algo típico en ellas, una vez que comienzan no paran, se divierten enumerándolos. Es como una batalla para ver cuál pretexto es más divertido, una menciona uno y luego le sigue la otra.

—Cuando Edgar sudaba parecía una cascada —le sigue Aisha.

—Charlie era muy guapo, pero no sabía sumar dos más dos.

—Tobías era alérgico al salmón.

—Es mi comida favorita —susurro en mi defensa, encogiéndome de hombros.

—Clay lloraba cada vez que Edward dejaba a Bella.

—¡¡Ya sé!! —exclama Aisha aplaudiendo—. La voz de Joe parecía la corneta de un payaso.

Química imparable © (AA #2) [EN LIBRERÍAS]Where stories live. Discover now