Capítulo 2

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La policía ha encontrado un cadáver hoy en la mañana en este mismo callejón, la víctima era Daniel Greenwalt un chico de 18 años de edad, se dice que el cadáver tiene muchas heridas pero la principal razón de su muerte es degollación —Dijo la reportera ubicada en el mismo callejón en el que estaba ayer solo que ahora que es de día se puede apreciar mejor. Se podía escuchar el tono preocupado de la reportera—Otra vez la o el asesino de este pueblo a atacado, pero no se preocupen que la policía está haciendo todo lo posi...—Apagué la televisión y una sonrisa se formó en mi rostro, la policía es muy estúpida, no saben hacer su trabajo y agradezco eso, ellos nunca sabrán quien soy, tienen años buscándome y nunca tuvieron ni una pista sobre mi.

Termine mi cereal con leche y coloque el tazón en el fregadero, mire el reloj encima de la nevera y eran las 10:36am. Escuche unos pasos detrás de mi, voltee y vi a mi hermano bostezando, él siempre despierta tarde, en cambio, yo despierto muy temprano. Lo evite y subí a mi habitación, cerré la puerta y me senté en mi escritorio, prendí mi computadora y busque Daniel Greenwalt.

Nada importante, era un chico común, estaba en la universidad, estudiaba ingeniería. Al parecer no su madre murió hace poco, hay unas fotos de él con un perro, su mascota al parecer, se llama toby, que ridículo. También hay unas fotos de él con varias chicas, todo un mujeriego. Maté a un chico poco importante, se notaba que era engreído, mujeriego e hipócrita.

Apague mi computadora, me levante y me dirigí a mi baño, me quite la ropa y tome una ducha caliente, salí del baño con un paño alrededor de mi cuerpo, abrí mi armario y me coloque mi ropa interior, unos pantalones de mezclilla color negro y un suéter gris con capucha.

—Lista para salir —me dije a mi misma mientras me miraba en el espejo.

Es como una tradición que yo invente, ir a una cafetería que quedaba cerca de casa y tomarme una malteada de chocolate después de cada asesinato, es como un brindis o algo así. Baje las escaleras, tome mis llaves y salí sin despedirme de nadie como era de costumbre.

Camine tranquilamente a la cafetería contemplando el cielo gris, parecía que iba a llover así que apresuré mi paso para que no me gane la lluvia pero ya era tarde y empezó a lloviznar, rodé los ojos y coloque la capucha de mi suéter encima de mi cabeza. Corrí para llegar más rápido, nada iba a impedir que tomara mi malteada. Llegue a la cafetería, era un poco vieja pero aún seguida en buen estado, la fachada es de color rojo pero no muy intenso y tiene varias ventanas grandes. Entré y pude observar pocas personas, una pareja riendo y un anciano tomando una taza de café mientras leía un libro, tenia el cabello canoso al igual que sus cejas, los labios finos y las arrugas cubrían todo su rostro.

Tenia una gran sonrisa, es difícil verme así de feliz pero que se puede decir, el chocolate hace a todo el mundo feliz. Me senté en una mesa para dos a lado de una gran ventana que dejaba ver las pequeñas gotas de lluvia caer y chocar contra el vidrio de este. Una camarera llegó con una sonrisa fingida, tenia el cabello negro y sus ojos eran verdes, vestía el uniforme y unos tacones negros.

—¿Qué desea pedir? —Dijo la chica de mala manera, no dejé que me molestara y mucho menos que arruinara mi malteada. Pero antes de pedirla ¿Por qué no jugar un poco?.

—Hola, ¿Tiene malteada de chocolate? —sonreí por dentro.

—Si 

—¿Y café con leche? —me estaba muriendo de la risa pero tenia que contenerme.

—También —dijo.

—¿Podría explicarme más sobre este café con leche? —Trague silaba tratando de no reír, la chica volteo los ojos.

—Claro, nuestro café con leche esta hecho con el mejor café de la ciudad, viene en granos y nosotros mismos lo trituramos, se le agrega leche de vaca completa en líquido y lo servimos bien caliente, también puede acompañarlo con alguna galleta o uno de nuestros deliciosos bizcochos, ¿desea probar el café con leche?—tomó una pequeña libreta para anotar mi orden.

—Mmm... mejor no, deme una malteada de chocolate.

De seguro la chica ya debe odiarme.

La chica asintió un poco molesta y se retiró moviendo la cadera de un lado a otro, reí en voz baja y me concentre en la lluvia, veía las gotas caer y el cielo hacerse cada vez más gris. No habían pasado dos minutos y mi malteada había llegado, la camarera coloco esa delicia en mi mesa y tome un sorbo, sabia a gloria. Sorbo tras sorbo hasta que la malteada se termino, la chica retiro el vaso y me quedé esperando a que la lluvia se calmara, volteo hacia atrás y vi al anciano leyendo el libro, se le veía muy concentrado y entretenido, y a unas mesas más atrás está la pareja que no paraba de besuquearse, que asco.

Saque mi celular y revise la hora, 11:18am aún era temprano. Escuche el sonido de la puerta abrirse, fije mi mirada en la entrada y pude observar a un chico volteado que estaba sacudiendo su paraguas, lo cerró y entro por completo, portaba unos pantalones de color beige un poco holgados y una camiseta azul marino, subí mi mirada y me encontré con unos ojos azules que ya me estaban mirando, el chico se había quedado estático mientras me miraba, me empezó a incomodar y a molestar, ¿que tanto ve? ¿A caso quiere una foto mía?.

Lo ignore y seguí viendo por la ventana, pero sus pasos tomaron mi atención haciendo que mis ojos lo siguieran hasta la mesa en donde se había sentado, justo a dos mesas delante mio. Maldeci en voz baja, no quería verlo, me sentía incomoda, trate de concentrarme en la lluvia que se había calmado un poco pero no lo suficiente como para salir sin paraguas, coloque un mechón de mi cabello detrás de mi oreja y saque mi celular, eran las 11:23am, el tiempo pasa muy lento, quería irme.

Pasaron dos minutos más, y cada vez que mi mirada pasaba por la mesa de enfrente los ojos de aquel chico me miraban, maldecía cada ves más y esperaba con ansia que la lluvia parara. Un minuto más y la lluvia se detuvo, no por completo pero lo suficiente, así que le hice una seña a la camarera para que viniera.

—¿Si? —frunció el ceño.

—La cuenta, por favor —ella se retiró y trajo la cuenta, pague en efectivo y me paré de mi asiento, me coloque la capucha y salí de la cafetería sin mirar atrás, sentí una gran libertad, no aguantaba más la mirada de ese chico sobre mi. Subí la colina sintiendo unas pequeñas gotas de agua chocar contra mi rostro. Metí mis manos en los bolsillos del suéter y seguí caminando deprisa.

Llegue a la entrada de mi casa, saque las llaves y abrí la puerta, entre deprisa y cerré la puerta, coloque las llaves en una pequeña mesa que queda en la entrada y me dirigí a las escaleras pero una voz me detuvo.

—¿Donde estabas? —Escuche la voz de mi hermano, odio que me pregunten sobre mi vida personal, a donde voy, que hago o lo que sea.

—Eso no te incumbe, mocoso —Dije de mala manera.

—Sólo preguntaba —Se formó una sonrisa burlona en sus labios, aguante las ganas de golpearlo y subí las escaleras de dos en dos.

Entre a mi habitación y cerré con llave, estaba oscuro por las cortinas que tapaba la ventana, me acerque a la ventana y abrí las cortinas permitiendo que una ola de luz entrara a la recamara. Me senté en la cama y cerré los ojos, respire profundo tratando de tranquilizarme pero los ojos de aquel chico llegaron a mi mente como un flash, abrí los ojos de golpe y sacudí mi cabeza, ¿quien era él y que quería?.

Mente RetorcidaWhere stories live. Discover now