Capítulo 17

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Mire la gran estructura en frente mío y respire profundo, necesitaba entrar y tratar de olvidar por un momento todo lo que estoy viviendo. Caminé despacio hacia la entrada del instituto y me sentí inseguro, el miedo recorrió cada parte de mi cuerpo, en tan solo pensar que la asesina está en el mismo lugar que yo me dan ganas de huir y jamás regresar, pero tenía que seguir adelante y enfrentar esto.

Al entrar todas las miradas se posaron en mí, el miedo aumentaba y mis manos empezaban a sudar, no se si debía haber escuchar a mi madre y quedarme en casa unos días más pero ya estoy aquí.

Camine hasta mi casillero y sentí una presencia detrás mía, mi mente no me dejaba en paz y solo pensaba en que era la asesina, voltee lentamente con los ojos cerrados con miedo a quien pudiera ser.

—¿Cameron? —escuché la voz de Carter, abrí los ojos y él estaba en frente mío con el ceño fruncido—¿Estás bien? —se veía confundido.

—Si —dije con dificultad, trague saliva y pase mi mano por mi frente para limpiar el sudor.

—¿Por qué no te quedaste en casa? —arqueo una ceja.

—No quería —me volteé y abrí mi casillero, Carter se posiciono a mi lado izquierdo.

—¿Seguro que estas bien?

—Si y ¿podrías de dejar de hacer tantas preguntas? —tomé mi libro de historia y cerré el casillero —vamos a clase.

Caminamos hasta el salón de clases y me senté junto a la ventana, Carter se sentó a lado mío y me sonrío. El profesor llegó y todo el salón guardo silencio, este se acercó a mí y de inmediato supe que iba a hacer.

—Hola, Cameron—me miro con lástima—Lamento mucho tu perdida.

Carraspee la garganta y mire a mí al rededor, todos me estaban viendo y me sentía muy incómodo.

—Gracias —dije sin ánimos. El profesor se alejó y comenzó la clase, me sentí más aliviado cuando todos quitaron sus miradas de mí.

La clase se terminó y salí lo más rápido que pude, era la hora de receso y tal vez un poco de comida podía calmarme. Camine de prisa a la cafetería junto a Carter he hicimos la fila, al prestarle más atención a la fila pude ver que la mayoría eran chicas, desde porristas hasta las que estudian sin parar. Mi corazón empezó a latir con fuerza, mire una por una hasta llegar a la quinta de la fila.

Jade.

Fue ahí cuando mi corazón se calmó y pude relajarme, su cabello castaño cubría sus hombros y sus ojos cafés estaban perdidos. Un mal pensamiento paso por mi mente haciéndome sentir mal, ella era una chica obviamente, pero eso la metía en la lista de posibles sospechosas. ¿podría ella ser la asesina? No, es imposible que ella lo sea. Ella es pacífica y que sea misteriosa y muy callada no significa que haya matado a muchas personas ¿o sí?

En seguida borre ese pensamiento y me di cuenta que yo ya era el segundo de la fila, voltee y Carter estaba ahí viendo a un punto con una sonrisa en sus labios, seguí su mirada y esta estaba en una chica rubia con ojos azules, muy linda y simpática. La sonrisa de esa chica era enorme y enseguida supe quién era, la amiga de Jade, ¿por qué Carter la estaba viendo de esa manera?

—Hey —le di un golpe a Carter con mi codo, el volteo en seguida y me miro confundido.

—¿Qué pasa? —preguntó con el ceño fruncido.

—¿Te gusta la amiga de Jade? —hice una sonrisa pícara. El abrió los ojos.

—¿Que? No —dijo nervioso, se rasco la nuca y voltio a verla de nuevo por unos segundos y volvió su mirada a mi dirección, levante una ceja—¿Recuerdas la chica de la que te hable? —hizo una pausa, yo asentí—Es ella —una sonrisa se formó en su rostro, yo también sonreí.

—Me legro por ti —le hice unas palmadas en el hombro—¿Cómo se llama? —pregunté intrigado.

—Madison —dijo su nombre muy alegre.

—¡Oigan! —una voz nos llamó la atención, era una chica detrás de Carter—¿Se pueden mover? ya es su turno —dijo de mala gana, asentí y pedí mi desayuno.

Carter y yo pedimos lo mismo, un sándwich de queso derretido con un jugo de manzana. Caminamos hasta una mesa vacía y nos sentamos. Al darle un mordisco a mi sándwich un recuerdo de Sarah y yo almorzando un día domingo solos en la casa vino a mi mente. Estábamos riendo de un chiste que conté, ella reía sin parar y sus ojos estaban iluminados de la alegría. Ese día fue perfecto, ambos cocinamos el almuerzo, y si no fuera por ella casi quemo la comida. Ella siempre me cuidaba y se preocupaba por mí.

—¿Estás bien? —Carter me llamó, lo mire y el notó mi tristeza—Es Sarah, ¿cierto? —escuchar su nombre me dolió. Asentí.

Seguimos comiendo y al terminar sonó el timbre, esta vez tenía que estar solo ya que a mí me tocaba literatura y a Carter química, cada uno se fue a su clase. Entré y vi a Madison en la cuarta fila y en el puesto de atrás a Jade y sin darme cuenta tenía una sonrisa en mis labios, en seguida la borré y me senté en la segunda fila. Voltee a ver a Jade y ella estaba perdida en su cuaderno, regrese mi vista a mi asiento y espere a que el profesor llegara.

Después de dos clases más todos salimos del instituto, me dirigí a la salida y caminé a mi casa, esta vez no vine en mi auto porque quería caminar. Seguí mi rumbo despacio mientras contemplaba el cielo, espero que allá arriba este mi hermana siendo feliz más de lo que ya estaba aquí. Que no sienta tristeza y que pueda vivir su eternidad en un bello paraíso.

Llegué y cerré la puerta detrás mío, subí a mi habitación y abrí la ventana, necesitaba aire y justo una ola de aire entro golpeando mi rostro, inhale y exhale lento.

—Como te extraño —susurre.

Me di una ducha caliente y luego me vestí una cómoda pijama, soy de eso que siempre andan en casa con pijama. Salí de mi habitación y fui a la cocina, abrí la nevera y tomé una manzana verde le di un mordisco he hice una mueca por lo ácida que era.

Un sonido me llamo la atención, alguien llamaba en la puerta ¿quién sería? Dejé la manzana en la nevera nuevamente y caminé hasta la puerta, la abrí y vi a Carter.

—¡Hola! —dijo con una gran sonrisa.

—¿qué haces aquí? —me sorprendió su visita.

—Supongo que necesitabas compañía —entró a la casa—Y aquí estoy —sonreí y cerré la puerta detrás mío.

Caminamos hasta la sala y nos sentamos en el sofá que enfrente tenía una gran pantalla plana y empezamos a jugar en la Xbox.

Una, dos, tres horas sin despegar ningún ojo de la pantalla, que bien que Carter vino, necesitaba una distracción.

—¡No! —grito Carter saltando en su asiento—¡Me mato un zombie! —reí y el miró serio.

—Al parecer yo soy el ganador —dije triunfador—Gané la apuesta —sonreí.

Pues sí, hace poco hicimos una apuesta y el que perdía tenía que hablar con la chica que le gusta, en el caso de Carter, Madison.

Bufo y rodó los ojos—Está bien —dejó el mando en la mesa—Tendré que hacerlo —suspiró.

Me levanté victorioso y me dirigí a la entrada, Carter venía detrás mío. Abrí la puerta y el salió.

—Hasta mañana —dijo y se fue.

Mañana veremos qué pasa entre Carter y Madison.

Mente RetorcidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora