Capítulo 14

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Llegué a casa después de haber tomado un café con leche en la cafetería, abrí la puerta y los gritos de mi madre resonaron en toda la casa.

—¡¿Qué te esta pasando?! —gritaba con intensidad.

Entré en la sala y mi madre estaba caminando de un lado a otro con la mano en la frente y su respiración agitada, sin embargo mi hermano estaba ahí sentado en el sofá calmado y despreocupado.

—¿Qué son todos esos gritos? —pregunto confundida, es muy raro escuchar a mi madre gritar, ella es calmada y casi todo lo resuelve hablando normalmente.

—Es tu hermano, tiene casi dos semanas sin ir al instituto —se vuelve a colocar la mano en la frente—El director me ha llamado preocupado porque no sabia nada de ti estos últimos día —se dirigió a Ryan.

Si, así se llama mi hermanito, Ryan Anderson el típico adolescente que deja de asistir al instituto y que se vuelve rebelde para encajar en el grupo de sus amigos, que estúpido.

—¿Qué estoy haciendo mal? —mi madre se sentó rendida en el sofá—Pensé que los había criado bien —Já, si supieras.

Mi hermano se levantó, tomó sus cosas y salió de la casa dejando a mi madre con las palabras en la boca. Contuve la risa y me di la media vuelta para subir a mi habitación pero mi madre me detuvo.

—Jade —¿Ahora que quiere?—Por favor ve y revisa que no se meta en problemas —colocó su mano en mi hombro izquierdo, la mire con una ceja levantada y suspire.

—Esta bien —hice un movimiento para quitar la mano de mi hombro—Pero solo lo hago porque no quiero estar en casa.

Tomé de nuevo las llaves de la casa, mi bolso y salí, vi a los lados y observe la sombra de mi hermano a unas casas más adelante, bajando la colina.

Me colocoque la capucha del sueter que llevaba puesto y seguí caminando con las manos en los bolsillos. Estaba a unos seis metros de distancia de Ryan siguiendo sus pasos y esperando que no se vaya a meter en algún problema.

Terminamos de bajar la colina por completo y doblamos a la izquierda, supuse que nos dirigíamos a la plaza. Pasamos unas tiendas y varias casas y al final tuve la razón, nos dirigíamos a la plaza. Ryan se adentró y se sentó en uno de los bancos que rodeaban la gran fuente del centro de la plaza.

Me quede observándolo a unos metros de distancia y vi como sacaba de sus bolsillos una caja de cigarrillos y un encendedor. Rodé los ojos y me acerque.

—¿Desde cuando fumas? —me quite la capucha y me senté a su lado.

—¿Qué te importa? —levanté las cejas.

—Cálmate fiera, a mi no me hables así —dije con tono de superioridad y me cruce de brazos. El me ignoró y coloco un cigarrillo en su boca, lo prendió he inhalo profundo.

Tomé la caja y también tome un cigarrillo, agarré el encendedor de sus manos y prendí el cigarro. Inhale y exhale el humo de este, mi hermano me vio sorprendido, yo no fumo mucho pero si lo he hecho, ya saben, no quiero morir tan joven, pero uno de vez en cuando no está mal.

—¿No deberías decirme que no fume y ser un ejemplo? —dijo Ryan y soltó una risa.

—Cállate —también reí.

Pasaron los minutos y el cigarrillo se terminaba, observaba a las personas pasar, algunos pasaban corriendo y apurados mientras otros iban con calma y despreocupados.

Sentí a mi hermano levantarse, lo miré y el tiró el cigarrillo al suelo y lo piso para apagarlo. Se alejó poco a poco y lo seguí con la mirada hasta que ya no estaba en mi campo de visión.

Mente RetorcidaWhere stories live. Discover now