Capítulo 8

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Ya es viernes, y Madi viene en camino a mi casa para convencerme de ir a esa absurda fiesta ¿Es que no se cansa?.

Baje a la sala y me senté en el sillón, prendí la televisión y me acomode, pase los canales uno por uno y no había nada interesante, la apagué y un sonido me sobre salto, el timbre de la puerta. Camine hasta la puerta y la abrí, ahí estaba Madi con su enorme sonrisa que tanto detesto.

—¡Hola amiga! —Entró a la casa y yo solo la seguí, cerré la puerta y me dirigí a la sala, ella ya estaba ahí sentada en el sillón. Hubo un gran silencio por unos segundos pero lo interrumpí.

—Y... —dije esperando que ella continuara.

—¿Y por que no fuiste al instituto? —me miró con atención.

—No tenía ganas de ir —subí los hombros, ella asintió y vi como sus ojos se iluminaron.

—¡¿Estás lista para la fiesta?! —Dio pequeños saltos en el sillón.

—No quiero ir —voltee a mirar a otro lado.

—Claro que irás —se levantó y salió corriendo al segundo piso.

—¡Oye! —Fui detrás de ella, entre a mi habitación y ella estaba ahí buscando ropa en mi armario.

Me senté en la cama y suspire, necesito más paciencia con esta chica.

—Esto está más que perfecto —Se volteó y colocó las prendas en la cama, eran una camisa de escote en "v" con unos jeans rasgados.

—Está bien —me rendí—¿Y tu que te pondrás?.

—¡Cierto! —abrió más los ojos—Está en mi auto —salió de mi habitación corriendo, escuche como bajaba las escaleras y la puerta de la entrada abrirse.

Me asomé por la puerta de mi habitación y la vi subiendo, entró de nuevo con una enorme sonrisa. Tenia una bolsa negra en sus manos, la colocó en la cama y sacó lo que tenia adentro, era un vestido corto color blanco con un estampado de flores, muy alegre para mi gusto.

—¿Qué te parece?, ¡es nuevo! —admiró el vestido de arriba hasta abajo.

—Pues... ¿no había de color negro? —ella me miro y frunció los labios, luego se empezó a reír.

—¿Qué hora es? —saco mi celular del bolsillo de mi pantalón y reviso la hora.

—Son las seis y media —guarde mi celular de nuevo en mi bolsillo.

—¡Es muy tarde! —Se alteró, tomó su bolso que estaba en el sillón y sacó un estuche—Aquí está todo el maquillaje que necesitamos —abrió el estuche y lo coloco en la cama.

—Mejor dicho, el maquillaje que tú necesitarás —hice énfasis en el "Tu".

—Claro que no, tu te maquillaras como la mujer que eres y saldrás de esta habitación hermosa —sacó un labial fucsia del estuche y se acerco a mi.

—No te me acerques con eso en tu mano —retrocedí.

—Por favor —colocó sus ojos de perrito triste, yo mire a otro lado con la frente en alto haciéndola entender que no. Por supuesto que ella no acepto, siguió molestándome media hora hasta que ya sin paciencia acepte con la condición de que no me maquillara como un payaso.

Cada una se vistió y se maquilló, una vez listas bajamos a la primera planta y nos miramos de abajo hasta arriba mutuamente.

—Te ves hermosa —sonrió de oreja a oreja—¿Lista? —sacó las llaves del auto.

—Si —dije sin ganas.

Salimos de la casa y entramos en su auto, ella arranco y nos dirigimos a esa famosa fiesta. Llegamos como en veinte minutos a una casa enorme y lujosa, salimos del auto y la música electrónica se oía a todo volumen, entramos a la casa y el olor a alcohol penetro en mis fosas nasales, una multitud de gente invadía cada rincón de la casa, voltee a los lados y no encontré a Madi, así que camine a donde creo yo que estaba la cocina, entré y había una mesa repleta de bebidas, había desde refrescos y jugos hasta cerveza y tequila.

Mente RetorcidaWhere stories live. Discover now