1. De vuelta a la realidad.

4.2K 270 31
                                    

1. De vuelta a la realidad.

Esta mañana, cuando el despertador sonó, me cuestioné si todo lo que estaba sucediendo en mi vida era real. Mantuve mi rostro escondido en la almohada, por un par de segundos, con miedo a ver algo más que no fuese oscuridad, pero cuando giré la cabeza a un costado, y pude ver el montón de maletas sin desarmar a un costado, suspiré con ganas de no haber despertado.

Acababa de volver a Senoia ayer por la noche, después de haber estado seis meses en New York. Mi mamá había enfermado repentinamente durante el verano. Cáncer de mama, etapa cuatro. No había tratamiento, no había nada que pudiésemos hacer, sólo sentarnos, esperar y verla morir. No lo asumí hasta que fue su funeral, recién ahí me percaté de lo que esto significaba. La única persona que realmente se preocupaba por mí, había muerto y me dejaba sola, rodeada de interesados y pretenciosos familiares.

Exceptuando a mi progenitora, odiaba al resto de mi familia y odiaba su estilo de vida. Sí, odiaba el hecho de que, en algún momento, pertenecí a la élite de Manhattan. Digo que pertenecí porque ahora no es más que un pasado que oculto y niego, como si nunca hubiese ocurrido. No me gustaba ese mundo, y eso fue motivo suficiente para mudarme a Georgia apenas cumplí los veintiuno. El primer año acá había vivido con dinero de mis padres, pero, ahora, me mantenía con dinero ganado por mí. No puedo mentirles, gran parte de mi familia me odia por esto, por no "aceptar" mi destino y dedicarme al negocio de mis padres, o por no asistir a las galas, benéficas o no, que organizan casi cada semana, pero no podía dedicar mi vida a algo que me haría infeliz. No creo que lo que el futuro tiene preparado para mí sea eso, no algo para lo que no estoy hecha.Estaba bien, mi vida estaba bien hasta ahora.

El poco ánimo que tengo lo divido para obligarme a tomar una ducha y hacerme la idea de que debía volver a trabajar. No podía rezongar ante la idea, ya que, Greg, mi jefe, había sido totalmente empático ante mi situación. Ni siquiera dudó un segundo cuando me dejó ausentarme por todos estos meses y menos lo hizo ahora, cuando volvía a trabajar sólo cuando quedaban menos de tres semanas de grabación.

La pequeña ansiedad social que había estado creciendo dentro de mí durante estos últimos meses comienza a hacerse más presente que nunca y, definitivamente, volver al trabajo era como darle rienda suelta para que hiciera y deshiciera con mis emociones. Mi mente estaba tan pendiente de otras cosas, que el trayecto en auto desde mi casa al trabajo lo hice casi inconsciente, volviendo a la realidad recién cuando estacioné cerca del lugar de rodaje del día de hoy.

Los encargados de seguridad fueron los primeros en recibirme, con cálidos abrazos y típicas palabras de condolencias. Intenté recibirlas con educación, sin importar lo mucho que me moleste la situación. No me gusta que sientan lástima por mí, no quiero que sientan lástima por mí. No soy débil, estoy bien.

-Lo siento mucho–Uno de los hombres dijo, colocando su mano en mi hombro.

-Es-estoy bien–Sonreí.

Caminé un poco más, y a medida que lo hacía, gente que trabajaba detrás de cámaras me hacía señas efusivas, felices de verme nuevamente, supongo. Busqué a Greg con la mirada, pero al ver que había tantos extras caracterizados de caminantes en el lugar, pensé que era probable que estuviese preparándose para grabar.

Me quedé quieta, en la mitad de todo. Tanta gente, tantas voces, pasando por mi lado, hacen que colapse en mi interior. Puedo escuchar mi corazón latir y retumbar en mis oídos. Sin darme cuenta, estaba teniendo un pequeño ataque de pánico.

-¡Hey!

Mis pensamientos son interrumpidos por esa voz ronca que es imposible no reconocer. Lo miro sin expresión alguna, porque mi cerebro aún no logra reponerse del pequeño colapso de hace unos segundos.

-¿No piensas saludarme?–Una sonrisa encantadora se apoderó de sus labios, a medida que se acercaba a mí.

Norman. Hace tanto que no lo veía que olvidé que las piernas me flaqueaban sólo con escucharlo hablar, probablemente como le sucedía de igual manera a todas las mujeres del set. No me culpo ni las culpo, el hombre tiene un sex appeal que lo convierte en alguien irresistible.

Recibí su abrazo de manera inesperada y su aroma invadió mis pulmones en su totalidad. No podía negar que no lo extrañé, porque soy pésima con las mentiras, pero, ahora, no tenía tiempo ni interés en pensar en él. No era nada personal, no lo odiaba ni le guardaba rencor por algo de lo él que no era culpable. Sólo, no tenía más ganas de sentir. 

Norman y yo nos conocemos desde hace ya dos temporadas. Mi historia con él, si es que alguna vez existió una, era corta y simple. El hombre era un Casanova empedernido, eso estaba claro, y apenas fue mi primer día de trabajo, sus coqueteos constantes hacia mí no tardaron en hacer efecto. Inocentemente, me rendí ante sus encantos, pero tampoco permití que él lo descubriera. Creí que ambos estábamos cayendo en lo mismo, con el paso de los meses, pero yo estaba equivocada. A medida que Reedus me fue conociendo más y más, comenzó a considerarme sólo una amiga más. Y un día, me presentó a Cecilia, su novia, no sólo dejándome bastante descolocada a mí, sino que también a todos los amigos que teníamos en común. Fue inesperado e, inevitablemente, doloroso, pero ya estaba.

-Siento lo de tu mamá–Dice al mismo tiempo que nuestro abrazo se empieza a terminar.

Aun así, no se distancia tanto de mí, quedando a una proximidad bastante íntima pero que no me incomoda en lo absoluto. Él es así, invasivo, y ya estoy acostumbrada a eso.

-Intenté de llamarte un par de veces, pero no contestaste–Continúa, al ver que yo no digo nada.

-Sí... estuve ocupada. No tenía mucho tiempo para atender el teléfono.

-Entiendo... ¿Estás bien, cariño?–Pregunta, con una preocupación que no sé si es real o fingida en su rostro. Desliza su pulgar derecho por mi mejilla y asiento, harta de escuchar esa estúpida pregunta.

-Estoy bien... Necesito ir por algo que olvidé a mi auto, sólo eso. Ya vengo.

-Primer día y ya estás evadiendo el trabajo–Bromeó, e intento reír.

-Vuelvo en un segundo.

No estaba lista para esto, sólo necesitaba unos minutos más.

Di la media vuelta y di pasos cortos pero rápidos hacia el lugar donde había dejado estacionado el vehículo que me trajo hasta acá. Mi respiración comenzó a agitarse, y ya no veía del todo bien, los brazos me tiritaban y mis manos se empuñaron tan fuerte que mis uñas lograron herir la palma de mi mano.

Apenas entré al auto, hundí mi cabeza en el manubrio, para ahogar el llanto más desgarrador que mi alma me permitió soltar. Los sollozos me ahogaban, haciendo que mi respiración se entrecortara.

Y sólo para que quede claro, yo no estaba bien.

The Exception - Norman ReedusWhere stories live. Discover now