24. Minutos después.

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24. Minutos después.

Giré la cabeza hacia un costado para ver a Tom, quien estaba junto a mí, echado en el sofá, con los pies sobre la baja mesa de centro y con los ojos fijos en el techo. Suspiré, nerviosa, esperando una respuesta de mi prometido, después de haberle contado toda mi historia con Norman, detalladamente.

El londinense había resultado bastante compresible hasta entonces, pero, ahora que no respondía nada, temía haber cometido un error.

-Vaya... eso sí que es una historia–Fue lo primero que dijo, con expresión sorprendida y sin mirarme-Yo... yo en verdad siento que te tengas que casar conmigo–Suspiró, recién dejándome ver sus ojos y negué, sabiendo que él no tenía la culpa de nada-Y, también, entiendo por lo que estás pasando... me hace sentir identificado.

Fruncí el entrecejo confundida, sin entender de qué estaba hablando. Me miró con un poco de culpa y se quedó en silencio por unos segundos, dudando si continuar con lo que ya había comenzado o no.

-Yo también he tenido que dejar a alguien importante para casarme.

Mi boca se abrió, producto de la impresión. Y es que Tom se veía tan comprometido con este matrimonio que llegué a pensar que él estaba de acuerdo con este.

-Su nombre es Kate y... mierda–Susurró y continué sorprendiéndome al escucharlo, por primera vez, decir una grosería-, yo la amo y mis padres la odian desde el minuto en el que la conocieron. Estudia artes literarias y trabaja en una cafetería, supongo que esa es la razón por la que nunca lograron aceptarla–Dio un fuerte respiro, sintiéndose liberado de confesarme todo, supongo-Cuando tu papá y Eleanor aparecieron en nuestra casa, mis padres te adoraron inclusive sin conocerte en persona, sólo por tu apellido–Dijo y me reí ante tal estupidez.

-¿Es ella la razón por la cual pasabas tanto tiempo en Londres?–Pregunté y asintió, cerrando los ojos.

-Lo siento, yo, en verdad...

-Hey, está bien, lo entiendo. Yo siento todo lo de Norman...

-Él te ama–Me interrumpió-Desde ese primer día en que lo conocí, en la entrada de tu edificio, sólo por la manera en la que te miraba pude notar que te amaba. También noté la manera en la que tú lo mirabas–Comentó-, y me dan ganas de matar a nuestras familias por obligarnos a casarnos–Bromeó.

Nuestras carcajadas se escucharon por la habitación, pero luego de unos segundos se detuvieron al recordar la triste realidad a la que estábamos destinados.

-Entonces... ¿cómo se ha tomado Kate todo este asunto del matrimonio?

-Pues–Titubeó, pensando bien en cómo explicar la situación–, no de la mejor manera, pero asumo que es normal, ¿no?–Asentí, comprensiva y, luego de levantar sus piernas de la mesa, apoyó sus codos en las rodillas y llevó sus manos al pelo, agobiado-Mañana tiene una importante presentación y no podré está ahí, ya sabes, por la gala benéfica del hospital de New York. Ella no logró entenderlo y ahora me odia...

-Espera, entonces, ¿Qué haces acá?–Me puse de pie, alzando los brazos-¡Tú tienes que ir con ella! ¡Tom, es la mujer que amas, debes estar allá!

-¿Qué?–Rio, divertido– ________, mañana tenemos que ir a la gala benéfica del hospital de New York y aunque quisiera, dudo encontrar un vuelo a Londres a esta hora.

-Oh, vamos Tom, eres un hombre con dinero y contactos. Por supuesto que puedes llegar a Londres antes de mañana.

-Pero y la gala...

-Ya inventaré algo. Y ahora, ¡ándate!–Interrumpí, chillando sonriente.

Me tardé unos minutos para, por fin, convencerlo. Tomó las maletas con las que había llegado–y que, afortunadamente, no había alcanzado a desempacar–y partió rumbo al aeropuerto, haciendo llamadas y enviando mensajes para conseguir un boleto hacia donde Kate estaba.

-¡Te debo una, cariño!–Gritó, feliz, antes de que las puertas del ascensor se cerraran.

***

Norman se cubrió el rostro con sus manos, dando un enorme suspiro, frustrado y angustiado por la discusión ocurrida en el departamento de ________. Las palabras que ambos habían dicho se repetían una y otra vez en su cabeza, así como la imagen de ella, llorando, pidiéndole que se fuera.

Se recostó en el sillón, intentando prestarle un poco de atención a las noticias que pasaban por la televisión, sin embargo, le era imposible; su mente y su alma sólo tenían espacio para ________. No sabía en qué momento había pasado, ni el cómo ni los porqués, pero la amaba; la amaba tanto que le dolía hacerlo.

El timbre sonó tres veces seguidas, una tras otra, de manera rápida y desesperada. Se levantó y caminó con pereza y lentitud hasta la puerta, mientras el timbre volvía a sonar. Abrió la puerta y sus cejas se alzaron por si solas al verla. Su rostro estaba sin ni una gota de maquillaje y sus ojos aún estaban un poco rojos de tanto llanto, pero la gran sonrisa que permanecía en su rostro le hacía lucir más viva que nunca.

-Dime por favor que no estás con ninguna mujer–________ susurró, dando unos pasos para entrar al departamento del hombre, pero Norman se mostró tan confundido que no pudo responder.

No alcanzó a decir nada, cuando ella lo abrazó fuerte, envolviendo los brazos en su cuello y uniendo su boca a la de él.

-Te amo, te amo, te amo–Balbuceó ella entre besos, esos besos que hace tanto anhelaba darle.

Él aún no entendía muy bien qué hacía ella ahí, si se supone que debería estar cenando con su prometido, pero, sin cuestionárselo mucho más, sujetó fuerte a la joven de la cintura y respondió gustoso todo el amor que ella le estaba demostrando.

Ambos se necesitaban y esta vez ninguno de los dos se conformaría sólo con besos. Sus cuerpos necesitaban sentirse lo más cerca posible y, al menos por hoy, nada los detendría.

Bajó su boca hasta el cuello del actor, sin importarle dejar marcada la piel de ese hombre que tanto amaba, mientras sus manos, torpemente intentaron desabotonar la camisa que él vestía. Norman se detuvo, al instante después de eso, intentando advertirle que ella, una mujer a punto de casarse, no debía hacer algo como eso. La sujetó fuerte de las muñecas y la miró, parpadeando una vez tras otra.

-No puedes hacerle esto a Tom...–Le advirtió el ojiazul, pero ella sólo se rio.

-Tranquilo–Le calmó ella, volviendo a colocar las manos en el pecho de aquel hombre que tanto amaba y se puso de puntitas para alcanzar su boca-, me debe una.

Sólo eso bastó para que Reedus no lo dudara más. Rompió la corta distancia entre sus rostros, devorando los labios de ________, sujetándola de la cintura y arrastrándola hasta su habitación.

Y esa noche, dos almas rotas se volvieron una.

The Exception - Norman ReedusWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu