23. Caos.

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23. Caos.

La semana había pasado rápido y, no sabía si era porque mi abuela estaba fuera de la ciudad–con mi papá, realizando más trámites de la empresa–o sólo una simple coincidencia, pero, me sentía mejor. Estaba bien, estaba tranquila y estaba asumida a mi inminente realidad. Me iba a casar y, así, salvaría a mi empresa. Lo valía; por mis padres, estaba dispuesta a hacer el sacrificio.

Reedus realmente había cumplido con lo que le había prometido a Tom y se había encargado de ayudarme con todos los detalles inconclusos que debía solucionar y, ahora, todo lo relacionado a mi boda estaba listo; el hotel donde realizaríamos la fiesta, el servicio de banquetería, la decoración, los fotógrafos y todo aquello que fuese necesario para que fuera el matrimonio más comentado de New York.

Mientras tanto mi prometido había pasado la semana en Londres, supongo que encargándose de cosas del negocio familiar o cosas que requerían de su presencia.

-El vuelo de Tom llega a las ocho acá, estará a las ocho treinta en el departamento–Susurré mientras revisaba mi teléfono celular-Podemos ver una película antes de eso, digo, si quieres–Propuse, con mi cabeza descansando en su hombro y asintió.

-Suena como un plan–Norman sonrió, con la vista perdida en las calles de la ciudad, a medida que avanzábamos.

Norman y yo nos dirigíamos a la prueba final de mi vestido de novia. Era la oportunidad para hacer los últimos retoques y después de eso, después de eso–y de elegir unas flores para la decoración de las mesas–, sólo me quedaría esperar para el gran día.

John estacionó y nos bajamos del auto. Caminé divertida, al lado del actor mientras entrábamos a la elegante y cara boutique donde se estaba diseñando mi vestido. Le sonreí a la mujer que me había atendido la última vez que había venido. Ella, ya anciana, alzó las cejas sorprendida y tomó una de mis manos antes de que pudiera seguir avanzando.

-Es de mala suerte que el novio vea a la novia...–Susurró, con preocupación, mirando a Norman y ambos nos reímos, un poco incómodos.

-Él... él no es el novio–Murmuré, tratando de esconder la desilusión en mis palabras.

Intentando hacer como si nada hubiese pasado, la mujer nos llevó hasta el taller que estaba en una de las habitaciones del local. Ya ahí, Norman se sentó en un pequeño sillón que había fuera del probador, mientras yo entraba a este.

Siempre había imaginado que ponerse un vestido de novia era complicado, pero, la verdad, con todas las mujeres que mi abuela había contratado; básicamente solo tuve que quedarme quieta mientras ellas hacían todo el trabajo.

Me miré en el espejo y, por primera vez, algo relacionado con mi matrimonio me hacía sonreír. Y es que, quizás no me veía tan espectacular, pero, al menos yo, me sentía hermosa. Me moví un poco, imaginando cómo la cola de mi vestido se arrastraría cuando entrara a la iglesia y, debo confesar que, hasta me emocioné un poco con la idea.

Avancé hasta la salida del probador y caminé, nerviosa hasta donde Reedus estaba esperándome. Me paré frente a él, quien estaba pendiente de su celular y tosí un par de veces para que levantara su mirada hacia mí.

-¿Qué tal?–Pregunté, alzando mis brazos y haciendo una pequeña reverencia.

Pensé que Norman sonreiría, tal y como lo hacían las mujeres de la tienda, pero, el rostro del hombre era tan serio que, inclusive, dudé si me estaba viendo o no. Fruncí el ceño y alzó las cejas, preocupado.

-No te gusta–Musité y él negó con la cabeza, como si recién estuviese volviendo a la realidad.

-No, no es eso, ________–Suspiró, desanimado y se pasó una mano por la cara, como si estuviera adolorido-Está bien, te queda bien.

The Exception - Norman ReedusWhere stories live. Discover now