Capitulo 29: New York parte 2

143 16 3
                                    

Nos sentamos en las sillitas que había en la habitación sin dejar de sonreír como un par de idiotas. Ahora, es cuando lo comprendía, ahora es cuando sabía que era lo que yo realmente quería. Lo tenía frente a mí, ante mis ojos.
Pero…ay, no podía dejar de pensar en Jane ella tan tierna tan linda y todo y yo siendo una perra, una maldita perra.

-¿Por qué tienes esa miradita triste? – me preguntó Gerard – no me digas, estás pensando en ir a correr detrás de Iero..
-No…- hice una mueca – no estoy pensando en eso.
-¿Segura?
-Sí – suspiré – me siento muy mala amiga…si es que me puedo hacer llamar así
-No, no, no pienses en eso por favor – me miró suplicante – Sophie, ¿Puedes entender una cosa?
-¿Qué cosa?
-Te amo…¡Te amo! Oh que bien se siente decirlo ¡TE AMO SOPHIE SPEARS!
-Gerard…
-Shhh no digas nada, nada – se acercó a mí y me dio un besito en los labios. – quiero estar contigo, por favor, no me quites esta última esperanza…
-Pero…Jane…
-Voy a ser tan egoísta pero…no puedo estar con ella…yo te amo, te amo…
-Gerard…
-Por favor…por…último…dame el tiempo de New York solo para mí…por favor…


¿Cómo decirle que no? Si es lo que más deseo… ¿cómo decirle que no? Si lo único que quiero es estar rodeada entre sus brazos y no soltarlo nunca más.
Hablamos un ratito de cosas varias. Me encantaba poder sentirme tan libre a su lado, poder ser…yo sin miedo a que me juzgaran o me dijeran algo.

-Tengo hambre ¿pedimos algo de comer? - preguntó
-¡Sí, sí! – respondí casi saltando en un pie. Me moría de hambre. – Ay, pero mejor pidamos muchos postres, ¡Muchos! 
-¿Muchos, muchos?
-¡Sí! 
-Bueno, pediremos solo postres…
-Ay…- hice un puchero – pero si por comer tantos postres me pongo gordita ¿me vas a querer igual?
-Claro que sí – se acercó a mí tomándome por la cintura – te voy a querer por siempre.

Gerard pidió servicio a la habitación. Esperamos ansiosos los postres que no tardaron en llegar, era casi un carrito lleno de cositas dulces y ricas.
Me comí primero una ensalada de frutas mientras Gerard comía un budín de chocolate y manjar. Quedó con su boquita manchada y solamente para molestarme se acercó a mí y me dio besitos por toda la cara haciendo que quedara toda manchada. 
Nos limpiamos luego de reírnos un rato de tan infantil actitud y seguimos comiendo más postres.

-¿Cuál es el tuyo? – preguntó
-Postre de Tres leches con frutilla. ¿Y qué es el tuyo?
-Nevado criollo…¿me das a probar del tuyo?
-Síp…- saqué un poco con mi cuchara y le di en su boquita. Gerard me miró y sonrió.


Luego de comer nos sentamos en la cama uno frente al otro riéndonos como tontos por cada cosa que pasaba.

-Tu mano es pequeñita – dijo cuando puso su palma contra la mía.
-La tuya es muy grande…
-Ya sabes lo que dicen de los hombres con manos grandes – me miró de forma tan insinuante que sentí como rápidamente me vinieron los colores a la cara.
-¡Gerard! – me quejé escondiendo mi rostro bajo un cojín.
-Jajá, lo siento, lo siento. Era una broma…
-Me haces poner de color rojo como un tomate – estiré mi boca en un puchero. Él se acercó para besarme.

Nos recostamos en la cama sin dejar de besarnos, pero no de una forma apasionada ni nada así. Era más amor, cariño.

-¿Por qué le pediste matrimonio a Jane? – pregunté cuando la curiosidad me venció.
-Porque…- suspiró – seré sincero…creí que realmente serías feliz con Frank, nunca lo ibas a dejar, eso todos lo sabían y además…no quería que él ya me viera de una forma amenazante, supongo que ya estaba tan resignado que me iba a conformar solo con ser tu amigo. Además Jane iba a ser la única persona que me aguantaría mi mal humor…
-¿Mal humor?
-De repente…de la nada…recordaba muchas cosas relacionadas a ti y era como si el mundo se me cayera. Mi humor cambiaba, estaba todo el tiempo enojado, no he sido un buen novio con Jane…pero ella sigue ahí.
-Me siento tan culpable – me giré para que no me viera el rostro mientras intentaba controlarme.
-No, no, no. Tú no tienes la culpa de nada…
-Pero es que…Jane…y tú….y…
-Y nada, Sophie, yo soy el malo aquí que en vez de dejarte escapar no me resistí a perseguirte una vez más. – hubo un silencio donde yo no me atrevía a hablar pero Gerard lo rompió – Sophie…
-¿Qué?...
-¿En serio no tuviste ni una pizquita de ganas de salir corriendo cuando te dije que estaba Frank?
-En serio, ni un poquito.
-Menos mal porque…no te hubieras encontrado a nadie. 
-¿era mentira? – lo miré divertida.
-Sí, era solo para asegurarme de que te quedarías.
-Jajá, tonto…
-Sí, pero es que…ese era mi miedo por eso no me acerqué antes a ti. Creía que en cualquier instante llegaría Frank y…ahí quedaría nuevamente…
-Espero que no regrese nunca más – me acurruqué entre sus brazos – aún estoy dolida por cómo me trató.
-Es un idiota…
-Sí pero ya no hablemos de esto…
-Bueno – me dio un beso en la frente.


Seguimos hablando de cosas hasta que mis ojos ya no dieron más. Me quedé dormida bien acurrucadita entre sus brazos. No necesité ninguna pastilla para dormir porque con él yo me sentía tan tranquila.

***


Escuché un fuerte ruido muy similar al de un despertador que sonaba en toda la habitación.

-No, un ratito más por favor – me quejé y me puse una almohada en mi cabeza. El sonido cesó pero a los segundos comenzó nuevamente.
-¿Aló? – escuché una voz media adormilado a mi lado - ¡No grites mujer! – me senté instantáneamente en la cama y miré a mi lado izquierdo. Gerard estaba sosteniendo el teléfono y tenía una sonrisa traviesa. – Sí, sí, aquí está…¿Cómo preguntas eso? ¡Por favor! Ya, sí, pero ella no es como tú…no, no estoy diciendo que seas una suelta… ¡pero si lo dijiste tú! 
-¿Es Angel? – pregunté y Gerard asintió – dile que llame después
-Dice Sophie que llames después. – Gerard me alcanzó el teléfono – dice que necesita hablar contigo.
-Ok – tomé el teléfono - ¿Angel?
-¡LO CONSEGUÍ! ¡DIOS MÍO! ¿NO SOY GENIAL? ¡DIME QUE TIENES LA MEJOR AMIGA DEL MUNDO!
-¿Esto fue idea tuya?
-¡SOY LA MEJOR! ¡Lo conseguí, oh sí, oh sí, lo conseguí!
-No sé cómo no lo pensé.
-¿Sientes la magia de New York? New York, New York – comenzó a cantar el ritmo de Sinatra – New York, New York
-Adiós

Corté y luego miré a Gerard que sonreía de forma tierna. Me tiró despacito para caer a su lado.

-¿Cómo dormiste? – preguntó haciéndome cariño
-¡bien! – me acurruqué más a su lado - ¿y tú?
-Bien también – me dio un besito en la mejilla.
-Hace mucho tiempo que no dormía tan bien…

Nos quedamos un ratito en la cama haciéndonos cariñito pero ya luego ambos teníamos que hacer cosas distintas.

-No quiero ir a la inauguración de ese libro – me quejé cuando salí del baño ya arreglada.
-¿Inaugaración de un libro?
-Sí, Ray me consiguió unas entradas. Tengo que hacer una especie de diario, relatando todo lo que viví en el evento…
-¿Ray te consiguió entrada? ¿La entrada que YO le mandé para que fuera al lanzamiento del libro al que YO le hice la portada?
-¿es en serio? – lo miré confundida- Angel si sabe hacer planes…
-Parece que sí – él me sonrió – entonces no vamos a tener por qué separarnos
-¡Yupi!

Sí que le había funcionado este plan a Angel. Mi loca amiga, que le daba igual si era Gerard o Frank, con tal de que yo estuviera bien.
Iríamos a la inauguración del libro, almorzaríamos y luego regresaríamos a la realidad.

-¡AMO, AMO, AMO LA PORTADA! – repetí como por millonésima vez. - ¡Es hermosa!
-Ya lo sé cosita, ya me lo has dicho – se acercó para darme un besito fugaz. No podía llamar mucho la atención debido a que habían muchos fotógrafos.
-Espérame ya vengo…

Fui a un puesto donde estaban vendiendo afiches con la portada en grande, compré uno y regresé donde Gerard.

-Quiero el primer autógrafo – le sonreí
-Ay, Sophie ¿para qué quieres mi autógrafo?
-Quiero que tú seas el primer autógrafo que tenga, por fiii
-Bueno – me sonrió y se acercó a una mesa para ponerle un autógrafo a la imagen pero por detrás también puso algo.
-¿Puedo leer?
-cuando estés en casa…
-bueno

El autor del libro habló un poco, le hicieron entrevistas y luego agradeció a Gerard por hacer las ilustraciones de su libro. Dijo que se sentía muy orgulloso de descubrir este artista y lo elogió bastante. ¡Ay, hasta yo me sentía orgullosa!

-¡Te veías tan lindo ahí parado junto al autor! – dije cuando él llegó a mí lado.
-Estaba muy nervioso…
-¡pero te veías muy lindo!
-Tú eres más linda – me dio un besito en la mejilla.
-¡Gerard! – el tipo del libro se acercó a nosotros.
-Richard…
-Gerard, solo quería agradecerte una vez más por tu grandioso trabajo.
-Oh, no es nada, en serio. – podía notar el brillo en los ojos de Gerard.
-Claro que sí, eres un muy buen artista. – Richard Sheen, el autor, me miró de reojo y luego su atención se fijó completamente en mí – Yo te he visto en otro lado – me dijo.
-¿A mí? No, no creo – le sonreí
-Sí, estoy seguro que sí…¡Ya sé! ¡Tú eres la chica que Gerard dibuja! – miré a Gerard y noté lo incómodo que estaba – este chico te ama, realmente te ama. Te dibuja con tanta pasión y detalle ¿has visto sus dibujos?
-No…- respondí.
-¿Cómo no? ¿No se los has mostrado Gerard?
-No, es que…
-Richard la firma de autógrafos ya va a comenzar – dijo un tipo que parecía un productor o algo así.
-Bueno, me tengo que ir…un gusto trabajar contigo Gerard – estrecharon la mano – y usted señorita es afortunada al tener a un chico como este. Ah y toma – me entregó el libro que tenía entre sus manos – te lo regalo
-Gracias – le sonreí 
-Era para Gerard pero creo que él es más de dibujos, tú tienes más cara de gustar de la lectura.


Salimos del lugar y apenas estuvimos lejos comencé a saltar de un lado a otro.

-¡Me has estado dibujando! – repetía una y otra vez - ¡Me has estado dibujando!
-Sophie…- él suspiró - ¿sabes? Tengo mucha suerte de que Jane nunca viera tus dibujos.
-¡No quiero hablar de Jane! – dije y de pronto me enojé.
-¿Te pusiste celosa?
-No.
-¿Estás celosa? – preguntaba con una vocecita entre burla y tierna.
-No lo estoy – me cruce de brazos.
-Sí lo estás – me abrazó por la cintura – estás celosa
-No – me corrí – Ok, sí – dije y me tapé la cara.
-Apenas lleguemos voy a terminar con ella…- comentó
-¡¿Qué?! No, no, Gerard…
-¿Por qué no? ¿No quieres estar conmigo?
-¡Claro que quiero estar contigo, ahora y siempre! Pero…le vas a romper el corazón, tienes que hacerlo de a poquito…
-Espera, espera…
-¿qué?
-¿Tú, acabas de decir que quieres estar conmigo ahora y siempre?
-Sí – le dije sin entender a donde iba.
-¡AAAAH! ¡Me acabas de hacer el hombre más feliz del mundo!


Gerard siguió diciendo lo feliz que estaba, inclusive en el almuerzo.
¡Aún cuando ya estábamos arriba del bus! Él no paraba de decir y hacer planes. Quería que las cosas fueran perfectas de ahora en adelante.
¿Podríamos tener nuestra historia de una buena vez por todas?
¿Podríamos tenerla? Si apenas pisamos el pueblito sentí que todo se me vino abajo cuando vi a Jane rodeando a Gerard con sus brazos de forma tan inesperada.
Habíamos llegado al pueblito y quizás la magia de New York ya no nos seguiría hasta acá.
Miré a Gerard tristemente. Jane se percató de mi presencia y me saludó tan alegre como siempre yo no pude evitar ser un poco brusca y mal educada pues la dejé hablando sola mientras me desaparecía para regresar a la pensión.
Di unos pasitos y metí mi mano al bolsillo de mi chaleco donde encontré un papelito.

“Te amo a ti y a nadie más que a ti. G” sonreí como idiota.

Sí, quizás la magia de New York si nos seguiría

Cenizas parte 1Where stories live. Discover now