Capítulo 5.1 | todas tus verdades, para mi fueron mentiras.

891 84 41
                                    

Él hombre delante de mi me observa, empuja con su dedo índice las gafas que resbalan por el punte fino de su nariz.

Sus ojos cafés me observan, expectantes. Serenos, tratando de transmitirme algo de tranquilidad. Como todas las veces que vengo a este lugar.

No me detengo a examinar la pared cubierta por sus diplomas, ni menos la enorme gaveta repleta de libros de antiguos escritores. Ni menos a reparar en la música clásica que suena. Ni tampoco al molesto sonido del cucú a mi lado derecho.

Hago lo mismo de siempre, descalzo mis pies y retiro mis medias, para luego tomar mis piernas y juntarlas para segundos después alzarlas.

acurrucó mi cuerpo de la mejor manera posible, mientras veo cómo él hombre espera a que hagan mi pequeño ritual de siempre.

Silencio.

Silencio.

Silencio.

El cucú sigue ahí, el silencio es aún más fuerte en mis oídos. El no se calla, él no implora por mi. El no huye, el chilla en mis oídos como música dramática.

Llevo mis manos hacia ellos, tratando de callarlo, pidiéndole que se aleje, que me deje. Pero el silencio, el simplemente no lo hace.

Una vez más, una sección perdida.

Ni una palabra brotó de mis labios, ni tampoco de aquel joven hombre que esperaba paciente que por fin hoy dijese algo. Pero por los últimos  tres años, lo único a lo que el doctor Smart tiene derecho de escuchar es mi silencio.

Mi único consuelo.

***

La puerta de mi habitación se abre, el viejo asqueroso entra, no dice nada. Solo se sienta en el borde de la cama. con su mano que está cubierta de grasa y de algunas quemaduras, toca mi cabello, llenándolo de ese olor repugnante, de suciedad..

Repulsión.

Náuseas.

Pánico.

Dolor.

No lloro, no lo hago. Ya no tengo fuerzas para hacerlo, he perdido toda oportunidad de sentir o de desear llorar.

Cierro mis ojos mientras trato de recordar cosas bellas, rememoró los tiempos donde él estaba. Lo extraño como nunca, jamás debiste dejarme en este lugar, con esa mujer, con ese animal.

Quiero morir.

No deseo más está vida, no deseo más vivir. Que la muerte misma, se apoderé de mi.

Él hombre deja acariciarme, esta vez no me hará nada, esta vez no me golpeará. Lo sé, por la mirada de lastima que me da. Sasha no fue el primero.

Él dijo lo mismo que todos. Que me sacaría de este lugar, pero Sasha mintió, el también rompió mi vida, también permitió que toda esperanza muriera para mi.

—te ordenó que bajes a comer, estás muy flaca.—sonríe, mostrando sus asqueroso dientes amarillos.—a menos que desea ser golpeada.—su mirada es dura o por lo menos eso es lo que trata de transmitirme miedo.

Se pone de pie alejando todo contacto de su cuerpo con el mío.
ya no se acerca a mi, ya sus manos no están sobre mi, ahora. En este precisó momento puedo respirar.

***

Mama ha salido, el silencio me acompaña. Antes cuando compartía con los jóvenes el ruido y las risas era mi música, ahora estoy sola.

no hay una lámpara que alumbré mi camino, ni sol que brille en mis días.

La oscuridad entro como trueno en mi vida y las gotas de miel amarga marcan mis días.

El secreto de la Chica  Pentecostal © [Verdades no Dichas #2] Where stories live. Discover now